Si lo que buscas son unos buenos y sentidos poemas para arrancar suspiros o ayudarte a conquistar a alguien, aquí te recomendamos a cinco notables poetas románticos mexicanos.
Manuel Acuña (1849-1873)
Este poeta originario de Saltillo es el primero que viene a la mente si hablamos de líneas apasionadas y del arrebato de la pasión. Presa de un amor no correspondido por la intelectual Rosario de la Peña y Llerena, acabó con su propia vida a la tierna edad de 24 años, ingiriendo cianuro de potasio. En su honor, escribió su más grande obra: “Nocturno a Rosario”.
¡Pues bien! yo necesito decirte que te adoro decirte que te quiero con todo el corazón; que es mucho lo que sufro, que es mucho lo que lloro, que ya no puedo tanto al grito que te imploro, te imploro y te hablo en nombre de mi última ilusión.
TE RECOMENDAMOS: Cinco escritores mexicanos del siglo XX que no te puedes perder.
Amado Nervo (1870-1919)
El nativo de Tepic, Nayarit, no podría ser más distinto del poeta anterior: si Acuña fue pobre, arrebatado y pereció por un amor frustrado, Nervo fue un exitoso autor, periodista —fue corresponsal en París—, catedrático, diplomático y, según dicen, un conquistador consumado. De su vasta obra destaca el poema “En Paz”, pero como se trata de romanticismo, optamos por “A Leonor”.
Tus ojos son dos magos pensativos, dos esfinges que duermen en la sombra, dos enigmas muy bellos… Pero hay algo, pero hay algo más bello aún: tu boca.
Tu boca, ¡oh sí!; tu boca, hecha divinamente para el amor, para la cálida comunión del amor, tu boca joven; pero hay algo mejor aún: ¡tu alma!
Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695)
Llama la atención que, tratándose de una religiosa, Sor Juana Inés se encuentre en esta lista. Mucho se rumoró sobre su apegada relación con la virreina de la Nueva España pero sin afirmar ni negar nada, basta leer los sonetos y otras obras poéticas de “La Décima Musa” para darse cuenta que sabía mucho de las cuestiones del amor. Como ejemplo, estas inspiradas líneas:
Al que ingrato me deja, busco amante; al que amante me sigue, dejo ingrata; constante adoro a quien mi amor maltrata; maltrato a quien mi amor busca constante.
Al que trato de amor, hallo diamante y soy diamante al que de amor me trata; triunfante quiero ver al que me mata y mato a quien me quiere ver triunfante.
Si a éste pago, padece mi deseo; si ruego a aquél, mi pundonor enojo: de entrambos modos infeliz me veo.
Pero yo por mejor partido escojo de quien no quiero, ser violento empleo, que de quien no me quiere, vil despojo.
Jaime Sabines (1926-1999)
El nativo de Tuxtla Gutiérrez es infaltable en la lista de los poetas mexicanos románticos y, también, uno de los más socorridos cuando se trata de hallar inspiración o de sufrir por el mal de amores. De joven fue vendedor de telas en el almacén de su hermano y escribía poesía por las noches, hasta que poco a poco fue ganando reconocimiento en los círculos literarios por poemas como “Los amorosos”:
Los amorosos buscan, los amorosos son los que abandonan, son los que cambian, los que olvidan. Su corazón les dice que nunca han de encontrar, no encuentran, buscan. Los amorosos andan como locos porque están solos, solos, solos, entregándose, dándose a cada rato, llorando porque no salvan al amor.
Pita Amor (1918-2000)
Esta poetisa en el nombre llevaba la penitencia. De personalidad excéntrica, dominante e impositiva, se le llamó “La Undécima Musa” —comparándola con Sor Juana Inés de la Cruz por la calidad de su poesía— y se codeó con las mejores plumas de la escena literaria mexicana.
Cansada de esperarte con mis brazos vacíos de caricias, con ansias de estrecharte pensaba en las delicias de esas noches, pasadas y ficticias.