“Este es el corrido del caballo blanco…”, dice el inicio de una famosa canción, de esas que cuentan historias de valentía y sacrificio de los caudillos y los héroes de la Revolución. Y es que esta forma de expresión desde finales del siglo XIX ha sido una forma vernácula —e independiente al partido o a la persona en el poder— de transmitir noticias y compartir hechos, incluso al margen de las versiones oficiales. Por eso, y sobre todo en el norte de México, el corrido es la conjunción de música, narrativa, arte e historia.
Acá te contamos a grandes rasgos la historia del corrido, desde que México apena nacía a la Independencia hasta que el género sufrió una transformación y se convirtió en un medio para enaltecer a los capos del narcotráfico.
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El corrido mexicano es una forma única de expresión cultural que ha desempeñado un papel fundamental en la historia de México. Desde sus humildes inicios en el siglo XIX hasta su evolución a través de la Revolución Mexicana y su posterior transformación en el controversial narcocorrido, esta tradición musical ha narrado las historias de un país en constante cambio.
El corrido tiene sus raíces en la tradición musical española —desde el siglo XVI, incluso Miguel de Cervantes en una de sus novelas se refería a “corridos” que eran poemas hechos para ser cantados—, pero se forjó en su propia forma en el México del siglo XIX. Surgió como una expresión popular que contaba historias de héroes, hazañas y tragedias locales. Estos relatos cantados se acompañaban de guitarras y otros instrumentos de cuerda, y se convirtieron en una forma de comunicar eventos históricos y sociales.
Durante la Revolución Mexicana que tuvo lugar de 1910 a más o menos 1920, el corrido se convirtió en un medio para narrar las luchas y hazañas de los revolucionarios. Héroes como Emiliano Zapata y Pancho Villa, así como otros héroes no tan célebres, fueron inmortalizados en canciones que difundieron sus ideales y sus desafíos. Estos corridos inspiraron a las masas y se convirtieron en una parte esencial de la cultura revolucionaria.
Después de la Revolución, el corrido experimentó una época dorada en la música mexicana. Grandes figuras como Vicente Fernández y Antonio Aguilar popularizaron esta forma de arte. Los corridos seguían contando historias de valentía, amor y justicia social, y se convirtieron en una parte integral de la cultura popular mexicana.
A finales del siglo XX, el corrido evolucionó una vez más con el surgimiento del narcocorrido. Estas canciones narran las historias de los narcotraficantes y sus hazañas, a menudo glorificando sus acciones —se dice que a menudo son los propios capos quienes encargan y pagan sus propias canciones—. A pesar de la controversia que rodea a este subgénero, los narcocorridos han ganado popularidad y continúan siendo una parte significativa de la escena musical mexicana actual.
El corrido mexicano es un testigo musical de la historia de México, desde sus orígenes en el siglo XIX, pasando por la Revolución Mexicana y llegando al controvertido mundo del narcocorrido. A lo largo de los años, ha servido como un medio para transmitir la rica tradición cultural y las complejidades de la sociedad mexicana.