Madera de Olinalá: fragante y colorida artesanía del estado de Guerrero

Se distingue por sus colores y por el peculiar aroma que despide: conoce la madera de Olinalá y las hermosas artesanías que se hacen con ella

Esta artesanía resulta inconfundible: a menudo se trata de cajas de distintos tamaños — aunque también pueden ser otros objetos— que se distinguen por sus vibrantes colores, por sus diseños con flores y otros elementos naturales y, sobre todo, por el fragante y delicioso olor que despide la madera cuando abres una de ellas. Proviene de una población del estado de Guerrero, donde abundan los árboles que proveen de la aromática materia prima, y se le conoce como madera de Olinalá. ¿Conoces su origen?

Enseguida te platicamos un poco acerca de esta notable artesanía mexicana, la cual —dependiendo del tamaño y la complejidad de la obra— puede resultar en piezas cuyo costo va de los 10 mil hasta los 200 mil pesos. Pero vamos por partes…

TE RECOMENDAMOS: Alebrijes: la historia de estas fantásticas criaturas.

Olinalá es una población del estado de Guerrero. Se encuentra en el municipio del mismo nombre, ubicada en la región de La Montaña, en la parte oriental de la entidad, colindando con el vecino estado de Puebla. Su artesanía más famosa es, sin duda, la madera de Olinalá, también conocida como “el olinalá”, que consiste en una técnica de laqueado con la que se producen principalmente cajas y baúles, aunque también se aplica en joyeros, biombos, fruteros, alhajeros y marcos de madera.

Un rasgo característico del olinalá es el aroma agradable que despide la madera del árbol conocido como lináloe —cuyo nombre científico es Bursera linanoe—, el cual de hecho dio nombre a la entidad. La fragancia intensa y cítrica que despide esta materia prima es muy apreciada entre los coleccionistas y compradores de artesanías, que mucho se complacen cuando abren una de estas cajas y perciben el tenue perfume de la pieza.

El olor se debe al aceite de lináloe. Y de hecho, para potenciar este olor en las piezas de madera se debe de someter al árbol vivo a un proceso llamado “cala”, que consiste en hacerle incisiones al tronco con un machete durante la época de lluvias, lo que provoca que el árbol mande la savia a la herida; la savia y el agua “reaccionan”, y generan una textura veteada en la madera, debido al deseado efecto del aceite esencial oloroso.

Esta técnica y la materia prima que se usa son tan particulares que la madera de Olinalá tiene una de las 16 denominaciones de origen que han sido otorgadas a México; esto quiere decir que sólo puede producirse en este lugar, donde tuvo origen, y siguiendo los pasos y procedimientos tradicionales con los que durante siglos los artesanos han producido las piezas que le han dado fama mundial al olinalá.

Para el laqueado se utiliza la dolomita, una roca que abunda en la región, la cual se extrae y se seca en el fuego, para luego molerse en metate hasta convertirla en polvo, mezclándola entonces con carbón de encino, para darle el característico color negro que sirve de fondo para los coloridos diseños que adornan a las piezas de olinalá, y que se obtienen de pigmentos naturales como la grana cochinilla o los pétalos de diversas flores. La madera también puede rayarse y se le pueden añadir metales preciosos para darle un aspecto aún más luminoso.

A pesar del agrado que causó el nombramiento de la Denominación de Origen en 1994, este hecho tuvo un aspecto negativo, pues con ello empezó a sobreexplotarse el árbol del lináloe en las zonas de Guerrero, Puebla y Oaxaca; de igual modo, en diversos sitios surgieron imitadores de esta artesanía, los cuales no siguen los procedimientos ancestrales que aseguran la calidad y la durabilidad de la pieza. Por eso, los expertos recomiendan cerciorarse que la caja o el objeto que compremos fueron realizados en Olinalá y que cuentan con algún tipo de certificación.