Dentro de las muchas tradiciones que el pueblo mexicano guarda con respecto al Día de Muertos, un elemento central es el Altar o la Ofrenda que se instala en los hogares y se dedica a los difuntos de la familia. Hoy conoceremos un poco de su origen e historia, de su simbolismo y de las partes que debe llevar, según la costumbre popular.
En general, partimos de la creencia de que a las almas de los difuntos —bisabuelos, abuelitos, papás y mamás en muchos casos, e incluso algunos incluyen a las mascotas— se les permite “cruzar al Otro Lado” para pasar unos días con nosotros. Por eso, les montamos altares y ofrendas a modo de bienvenida.
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Según el Gobierno de México, el altar de muertos “es la parte más importante del festejo del Día de Muertos”, y en él se colocan los distintos elementos para ofrendar a los seres queridos ya difuntos. Añade la versión oficial de que la ofrenda que se realizan en honor a los muertos es legado de los pueblos originarios —a pesar de que en la Europa católica se realizan rituales similares desde la Edad Media— y que la tradición de poner el altar tiene que ver con la creencia en que las almas de los difuntos tienen permiso para volver al mundo de los vivos. En este contexto, la ofrenda es el lugar donde llegan a comer, beber, descansar y convivir con sus familiares y seres queridos.
Algunas de las partes para tomar en cuenta al momento de montar un Altar de Muertos son:
- La ubicación: normalmente se montan contra una pared o en una esquina, dentro o fuera del hogar.
- Las flores: Entre otras flores como los terciopelos, los cempasúchil —conocidos como “flores de los muertos”— son los más populares para decorar el altar. Estas flores anaranjadas representan el ciclo de la vida y la muerte, y se cree que su aroma guía a los difuntos hacia el altar. También se acostumbra trazar un camino con pétalos de esta flor.
- Velas y veladoras: Representan la luz que guía a las almas de regreso a este mundo. Cada vela encendida simboliza a un difunto y su camino de regreso.
- Papel picado: Trozos de papel china con formas de esqueletos y otros motivos relacionados con la muerte, se utiliza para decorar el altar. Representan la fragilidad de la vida.
- Fotografías de los difuntos: Las fotografías de los seres queridos fallecidos representan la presencia espiritual del difunto durante la festividad.
- El agua y la sal: Se colocan vasos de agua y sal en el altar para que las almas de los difuntos puedan saciar su sed y purificarse antes de regresar al mundo de los vivos.
- Comida, bebidas y “vicios”: En el altar se disponen alimentos y bebidas que solían ser los favoritos del difunto, lo que les permite disfrutar de los sabores que les eran familiares en vida; además, algunos ponen caballitos de tequila o cigarrillos, si es que eran de la predilección de alguno de los difuntos.
- Pan de muerto: El pan de muerto es una parte esencial del altar: su forma circular representa el ciclo de la vida y las bolitas que lo adornan simbolizan las lágrimas derramadas por los vivos —o, también, los huesos.
- Calaveras de azúcar: Las calaveras de azúcar —y de chocolate o amaranto— son decorativas y se utilizan para representar la muerte como parte natural de la vida. A menudo, se les coloca el nombre del difunto.
- Objetos personales del difunto: En algunos altares, se colocan objetos como libros, relojes, prendas o juguetes como una forma de recordar y honrar la vida de quienes ya se fueron.
- Imágenes religiosas: un Cristo, la virgen de la devoción familiar o un santo suelen ocupar también un sitio importante dentro de este rito, situándolo dentro del ámbito de lo católico.
En conjunto, el Altar de Muertos es un tributo conmovedor a la memoria de los seres queridos fallecidos. A través de sus elementos simbólicos, se celebra la vida, la muerte y la creencia en la conexión continua entre los vivos y los difuntos. La tradición del Día de los Muertos es una de las más hermosas y profundas de México, que rinde homenaje a la importancia de recordar y honrar a quienes ya no están físicamente con nosotros.