Pueblos fantasma mexicanos: ruinas espectaculares y turismo de aventura

Estas poblaciones tuvieron su época de esplendor pero, por una causa u otra, quedaron abandonados y hoy puedes visitarlos…

Muchas de los pueblos de México empezaron su historia de forma modesta y poco a poco fueron llenándose de personas y creciendo hasta alcanzar el tamaño y la categoría de ciudad. Impulsados por actividades lucrativas como la minería o el transporte ferroviario, alcanzaron un punto de esplendor pero, por razones distintas —el agotamiento de sus minas, un desastre natural o la migración masiva—, algunos de ellos fueron quedándose sin gente, sus construcciones empezaron a quedar en el abandono y, al final, quedaron reducidos a pueblos fantasma.

Recorramos algunos de estos pueblos que en el pasado fueron localidades llenas de vida, pero que hoy lucen como parajes desiertos, mudos testigos de la gloria del pasado y destino de los aficionados a la fotografía y de los turistas que aman la aventura.

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Real de Catorce

Al norte del estado de San Luis Potosí se encuentra esta población, que actualmente ostenta el nombramiento de Pueblo Mágico. Se dice que el nombre de Real de Catorce deriva de una banda de catorce ladrones que se escondieron en el lugar. Fue fundado a finales del siglo XVIII y durante dos siglos fue una rica y próspera población minera que se dedicaba a la extracción de la plata, hasta que dieron con un manto acuífero que inundó y dejó inutilizables las minas, por lo que la gente empezó a emigrar hasta que el pueblo quedó semi abandonado. Para entrar a Real de Catorce debes cruzar el Túnel Ogarrio, construido en el siglo XVII, y al ingresar al pueblo es como si viajaras en el tiempo. No olvides llevar tu cámara fotográfica.

Mineral de Pozos

Este importante pueblo minero se encuentra en el estado de Guanajuato y actualmente pertenece al municipio de San Luis de la Paz. Durante siglos fue un importante pueblo minero en el siglo XVIII, del que se extraían cobre, plata, oro y bronce, con hasta 50 000 trabajadores activos en su época de auge; pero, al igual que pasó en Real de Catorce, en 1938, un río subterráneo inundó las galerías y los túneles de las minas, quedando abandonados todos los trabajos de minería y así fue que, poco a poco, el pueblo quedó vacío. Hoy, Mineral de Pozos es un Pueblo Mágico que recibe la visita de turistas y viajeros que usan sus calles desoladas como motivo para melancólicas fotografías.

San Juan Parangaricutiro

Aquí no fue un río, sino un volcán, el que convirtió a esta localidad de Michoacán en un pueblo fantasma. Fue el 20 de febrero de 1943 cuando el Paricutín empezó a hacer erupción y sus ríos de lava cubrieron las calles y las casas del pueblo, que quedó desértico y enterrado parcialmente entre las rocas que se formaron al secarse la lava. Los habitantes que sobrevivieron al desastre natural tuvieron que migrar hacia otro sitio y, al tiempo, fundaron el pueblo de Nuevo San Juan Parangaricutiro, que al renacer fue llamado “el pueblo que se negó a morir”.

Misnebalam

Ahora vámonos al sureste mexicano, en específico al estado de Yucatán. Aquí encontramos lo que fuera el casco de la Hacienda de Misnebalam, que era uno de los centros económicos de la industria del henequén en el estado desde finales del siglo XIX y hasta la década de 1930. La historia de su despoblamiento tiene tintes de leyenda: por un lado, se dice que la escasez de agua fue la causante de la migración masiva de los habitantes, pero otros hablan de fenómenos paranormales que aterrorizaron a la población: algunos dicen que el fantasma de Juliancito, un niño de 9 años que se colgó de un árbol, sigue deambulando por el pueblo y otros cuentan que un monje con túnica negra aparece por las noches en la iglesia. Hoy su población es de cero habitantes; aun así, ¿te animarías a ir?

Guerrero Viejo

Por último, nos referiremos a este pueblo fronterizo que se encuentra en los límites del estado de Tamaulipas con Texas, en los Estados Unidos. Durante el Virreinato recibía el nombre de Revilla, y tras la Independencia recibió el nombre del insurgente Vicente Guerrero. En este caso, fue la construcción de una presa aledaña —la Presa Falcón— lo que provocó la inundación programada del pueblo, cuyos pobladores fueron reubicados en un nuevo paraje, llamado Nueva Ciudad Guerrero. Hoy en día, la iglesia de Nuestra Señora del Refugio es la estructura que más sobresale y la mejor conservada de este pueblo fantasma, al que puedes visitar… sólo cuando baja el nivel del agua.