Xoloescuintle: historia del "perro pelón" consentido de México

Los antiguos creían que un xolo, como se les dice de cariño, los acompañaría en su camino al Más Allá

En las últimas décadas, en algunas ciudades de México se han puesto de moda unos “perros pelones” que desde tiempos prehispánicos conocemos como xoloitzcuintles, xoloescuintles o, simplemente, ‘xolos’. ¿Cuál es la historia de estos curiosos animales, por qué carecen de pelo y qué papel jugaban en la cultura y la religión de los antiguos mexicanos?

Demos un vistazo a la historia de los queridos xoloitzcuintles, un vocablo náhuatl que es el antecedente de “escuincle”, una palabra casi arcaica que se usa para designar a los niños, en especial si son muy latosos.

TE RECOMENDAMOS: Petate: origen, historia y expresiones de la “alfombra mexicana”.

El xoloitzcuintle, xoloitzcuintli o xoloescuintle es una raza canina originaria de México, que se caracteriza porque en casi todas las ocasiones carece de pelo. Tiene una vida promedio de 12 a 14 años y, según su talla, se clasifica en tamaños toy, estándar y mediano. Es una raza endémica de nuestro país y tiene un estrecho vínculo con la cultura mexica.

La palabra náhuatl xoloitzcuintli tiene varios significados: en primer lugar, viene de xólotl, que significa ‘lampiño o desnudo’, y itzcuintli, que significa ‘perro’; pero, por otro lado, Xólotl era el dios del fuego y del relámpago, asimismo deidad de los gemelos, los monstruos, las desgracias, la enfermedad y las deformidades; también se creía que tenía cabeza de perro y que era el guía del alma de los muertos al reino del inframundo.

Los zoólogos creen que los xoloescuintles son originarios del estado de Colima y que la especie tiene de 10 mil a 7 mil años de antigüedad. Debido a la creencia, en la religión mexica, de que los ‘xolos’ eran guías de sus dueños en su camino hacia el Mictlán o reino de los muertos, a menudo se les sacrificaba y se les enterraba junto a los muertos que debían conducir en su último tránsito.

Después de la colonización, esta especie estuvo a punto de extinguirse, pues se le consideraba feo o deforme debido a su carencia de pelo. Fue a instancia de artistas como Diego Rivera, que adoptó a algunos ejemplares y los mostró como animales hermosos, y de un esfuerzo de rescate por parte de asociaciones canófilas que los xoloitzcuintles fueron revalorados y popularizados como mascotas.

Otro detalle curioso es que los antiguos mexicas solían “cebarlos” —es decir, alimentarlos abundantemente con maíz y otros granos para que engordaran— y usarlos como alimento en ocasiones especiales. Hoy en día, los propietarios de xoloitzcuintles afirman que son perros leales y cariñosos, útiles para cuidar el hogar en función de su tamaño, dan buena compañía, son mansos e inteligentes, además de tranquilos y aptos para acompañar a los humanos al hacer deporte.

Una ventaja de su piel sin pelo es que no dejan rastros de su presencia en los sillones y el mobiliario de las casas, además de que no generan alergias entre personas sensibles; la obvia desventaja es que, estando su piel mucho más expuesta al Sol y a las inclemencias del tiempo, a menudo sufre cuarteaduras, de modo que hay que prevenir con pomadas especiales. Por lo demás, estos animalitos son de fácil cuidado y excelentes compañeros…