Si uno sale del Centro Histórico de la CDMX con dirección a la Alameda Central y el Paseo de la Reforma, se topa con su colosal e inconfundible figura, la cual ha sido reproducida en los símbolos de una estación del metro y del metrobús, y hasta en el logotipo de un extinto partido político. Se trata del Monumento a la Revolución, un homenaje a nuestra historia que, además de tener una gran explanada con fuentes, un mirador y resguardar los restos de algunos de los héroes de la Revolución Mexicana, alberga al Museo de la Revolución.
Pero, ¿sabías que originalmente iba a ser el Palacio Legislativo del gobierno de Porfirio Díaz, que fue abandonado y que después la estructura metálica se adaptó para convertirse en el monumento que conocemos actualmente? Acompáñanos a conocer esta apasionante historia…
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La historia
A finales del siglo XIX, el entonces presidente Porfirio Díaz lanzó una convocatoria para diseñar y construir el nuevo Palacio Legislativo, pero como nadie resultó ganador, el propio Díaz designó al arquitecto francés Émile Benard para encargarse de tal magna obra. Sin embargo, el estallido de la Revolución Mexicana echó por tierra el proyecto, ya que Don Porfirio sólo pudo poner la primera piedra el 23 de septiembre de 1910, y tras el conflicto armado, su renuncia al poder y la inestabilidad política que reinó en el país, la obra quedó inconclusa.
En la década de 1920, Bénard regresó a México y le presentó al presidente Álvaro Obregón la idea de convertir la estructura que había quedado en el olvido en un mausoleo para los grandes hombres de la Revolución, el cual se habría titulado Panteón de los Héroes. Obregón aceptó su proyecto, pero fue asesinado en 1928 y, para peor suerte, el arquitecto francés falleció al año siguiente.
Fue hasta 1933 cuando el arquitecto mexicano Carlos Obregón Santacilia pasó por el lugar y vio que la estructura metálica estaba en perfecto estado, por lo que tuvo la idea de convertirlo en un monumento para honrar a la recién concluida Revolución Mexicana. Para tal efecto, se asoció con el ingeniero Alberto J. Pani, quien presentó el proyecto al presidente Plutarco Elías Calles y después a Abelardo Rodríguez, para finalmente obtener la luz verde del Monumento a la Revolución.
El monumento
El actual monumento es una enorme estructura con cuatro lados y sendos arcos de medio punto, que tiene una altura total de 67 metros. Consta de varios niveles, cuenta con cuatro conjuntos escultóricos, una doble cúpula —una interior de cantera y la exterior, de cobre— y en la punta, una linternilla que también sirve como mirador. Recientemente se construyó un elevador mecánico que permite subir desde el piso al primer nivel. En la parte inferior se encuentra el Museo de la Revolución y todo el conjunto está rodeado por una gran explanada conocida como Plaza de la República.
Las cuatro columnas del Monumento funcionan, también, como mausoleo, y en su interior descansan los restos de cuatro próceres de la Revolución, Francisco I. Madero, Venustiano Carranza, Francisco Villa y Plutarco Elías Calles, además de los del presidente Lázaro Cárdenas. La terraza es una explanada que se usa actualmente como un privilegiado mirador con una vista espléndida del Centro Histórico de la Ciudad de México y sus alrededores, además de que se pueden apreciar de cerca las esculturas del artista Oliverio Martínez.
Estos conjuntos escultóricos están instalados en las pechinas del Monumento y llevan por nombres: La Independencia, Las Leyes de Reforma, Las Leyes Agrarias y Las Leyes Obreras. En la punta, donde está la linternilla, es posible apreciar una abolladura que sufrió con la caída de un rayo, cuando aún no contaba con pararrayos. Actualmente es posible hacer un recorrido completo del Monumento, desde sus cimientos, subiendo por las columnas, recorriendo los distintos niveles y hasta la parte superior.