Miguel Hidalgo y Costilla: cinco datos que no sabías del Padre de la Patria

Miguel Hidalgo y Costilla, líder insurgente, es considerado el Padre de la Patria aunque no culminó la Independencia de nuestra nación. Aquí cinco datos sobre su biografía.

La madrugada del 16 de septiembre de 1810, el cura Miguel Hidalgo y Costilla dio el famoso “Grito de Dolores” en dicha parroquia del estado de Guanajuato, y con ese acto simbólico dio inicio a la Guerra de Independencia que nos dio Patria y libertad. Pero, ¿quién fue Miguel Hidalgo? ¿Cómo fue que se unió al movimiento insurgente? ¿Cuál fue su vida antes de levantarse en armas? ¿Hay aspectos o datos curiosos de su biografía que no se conocen muy bien?

A continuación te presentamos cinco hechos sorprendentes sobre la vida, la muerte y la obra de Miguel Hidalgo, cuyo nombre es —según las estadísticas— el más usado para nombrar calles en todas las poblaciones y ciudades de México.

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Tenía un nombre kilométrico

Hoy en día, por lo regular los mexicanos tenemos uno o, a lo mucho, dos nombres que con frecuencia forman un nombre compuesto como Ana María o Juan Francisco. Pero en el siglo XVIII, cuando nació Hidalgo, era común que las personas portaran muchos nombres honrando al santo, la santa o la virgen del día en que nacieron, a sus padres o madres, a sus abuelos y a otros antepasados ilustres, y muchas veces ambos apellidos de cada uno de sus progenitores. Así, a los pocos días de haber nacido en la hacienda de Corralejo, el 8 de mayo de 1753, el Padre de la Patria fue bautizado con el nombre de Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor.

Era políglota

Es decir, hablaba varias lenguas. Esto se debió a que desde muy joven estudió en el Colegio de San Nicolás Obispo, en la ciudad de Valladolid —actualmente Morelia, capital de Michoacán—, donde además de hablar español aprendió a hablar y leer en latín. Más tarde, conoció las obras de Molière y aprendió francés; y como tuvo contacto con indígenas de los pueblos originarios, adquirió conocimientos de náhuatl, otomí y purépecha. Seis idiomas, en total.

Se ignora qué fue lo que gritó

Cada 15 de septiembre, el presidente de México lleva a cabo la ceremonia de “El Grito”, en la que después de pronunciar frases como “Vivan los héroes que nos dieron Patria” y de mencionar los nombres de Allende, Aldama, la Corregidora, Morelos y del propio Hidalgo, culmina diciendo tres veces “¡Viva México!”. Pero históricamente, como no hubo registros escritos ni testigos presenciales que pudieran dar fe del hecho, ignoramos qué fue exactamente lo que gritó. Algunas versiones dicen que fue: “¡Viva la religión católica!, ¡viva Fernando VII!, ¡viva la Patria y la santísima Virgen de Guadalupe!, ¡muera el mal gobierno!” o “¡Viva la América!, ¡viva Fernando VII!, ¡viva la religión y mueran los gachupines!”.

No sabemos cómo era su cara

A pesar de que Hidalgo aparece en innumerables estatuas, monumentos, efigies, monedas, billetes y hasta en adornos de las fiestas de la Independencia, lo cierto es que no existe certeza de cómo era el rostro de Miguel Hidalgo. De hecho, no existe ningún retrato de él tomado de su imagen real y todas sus pinturas fueron elaboradas después de su muerte. Esto obedece a que, tras su ejecución en 1811, el gobierno virreinal de la Nueva España prohibió cualquier representación de Hidalgo y destruyó todas las pinturas que existían de él. La imagen que tenemos de él deriva de una descripción de 1849, hecha por Lucas Alamán, quien conoció en persona al insurgente.

Fue excomulgado

Uno de los peores castigos que podía imponer la Iglesia católica en tiempos de Hidalgo era la excomunión, la cual equivalía a la expulsión de la iglesia, al rechazo de los fieles y la negación al perdón de los pecados y a la resurrección después. dela muerte. Hidalgo, como era sacerdote, antes de ser ejecutado por traición debió pasar por el penoso proceso del juicio inquisitorial y al de la degradación sacerdotal; se le visitó con su sotana, se le obligó a arrodillarse y después, con un cuchillo se le raspó las manos y las yemas de los dedos en señal de despojo de los derechos a tomar la ostia para consagrar; le cortaron el pelo y le rasparon la cabeza, en señal de remoción de su tonsura y con ello, su despojo total de su investidura sacerdotal.