Con sus cinco picos, su brillo refulgente y su larga cauda que nos recuerda a la de una cometa, suele coronar los árboles de Navidad o adornar el pesebre donde —en el nacimiento que uno monta en casa— la noche del 24 de diciembre nace el Niño Jesús. Se le conoce como Estrella de Belén y, aunque muchos la consideran un milagro o una señal de la profecía que indicaba la llegada del Mesías, los científicos actuales investigan si se trató de una estrella, una supernova, un cometa o algún otro acontecimiento astronómico.
Así pues, aquí te presentamos la historia de la Estrella de Belén, su simbolismo, sus distintas representaciones y las distintas explicaciones que de ella han dado historiadores, astrónomos y otros científicos.
TE RECOMENDAMOS: ¿Quién inventó las series o luces navideñas, y cómo llegaron a México?
Muchos cristianos creen que la Estrella de Belén fue una señal milagrosa. Algunos teólogos afirmaron que cumplió una profecía, conocida como la Profecía Estelar, que se refiere a un versículo en particular del libro bíblico de los Números, donde habla de la “estrella de Jacob”. Los astrónomos han hecho varios intentos de vincular la estrella con eventos celestes inusuales, como una conjunción de planetas —Júpiter y Saturno o Júpiter y Venus—, el paso de un cometa o la explosión de una supernova.
Esta pintura, que retrata la adoración de los Tres Reyes Magos, proviene del siglo XIV y fue pintada por el artista Giotto, quien presenció el paso del cometa Halley en 1301. En ella, la Estrella de Belén está representada como una bola de fuego incandescente. Según la narración bíblica, dicha estrella o luz en el firmamento sirvió como guía para que esos hombres santos —que no eran reyes ni magos, sino más bien sabios y astrónomos— dieran con el sitio donde había nacido el Redentor, a quien le ofrecieron regalos.
Entonces, está la explicación astrológica de una estrella que anuncia el cumplimiento de una profecía. Pero existe otra explicación, más astronómica, y es que en efecto había un objeto brillante en el cielo: una conjunción de planetas y estrellas, la cual cuando dos o más cuerpos celestes parecen encontrarse en el cielo nocturno desde nuestra ubicación en la Tierra.
Sobre la posibilidad de que se tratara de un cometa, sabemos que el Halley fue visible en el cielo en el año 11 a.C.; sin embargo, mientras los Magos viajaban hacia Jerusalén y luego a Belén, parece poco probable que siguieran un cometa porque su posición habría cambiado a medida que la Tierra giraba, por lo que el cometa no los habría guiado en una sola dirección —y, de hecho, en el mundo antiguo los cometas eran considerados malos augurios.
En lo que se refiere a la teoría de que se trató de una nova o una supernova —que es tiene lugar cuando una estrella llega al final de su vida y explota en una brillante explosión de luz— cualquiera de los dos eventos habría dado lugar a un remanente detectable, pero los astrónomos no han encontrado nada que pueda remontarse a esa época.
Entonces, quizás la hipótesis más prometedora sea la de una alineación planetaria de Júpiter, Saturno, la Luna y el Sol ,en la constelación de Aries el 17 de abril del año 6 a.C. Recordemos que la fecha del 24 de diciembre del año 0 fue elegida por su valor simbólico y para sustituir a las festividades paganas del solsticio de invierno, y que ignoramos qué día preciso en la historia fue el nacimiento de Cristo.
Esta conjunción encaja con la historia por varias razones: ocurrió en las primeras horas de la mañana, lo que coincide con la descripción del Evangelio de la Estrella de Belén como una estrella ascendente de la mañana; además, los Reyes Magos también perdieron de vista la estrella, antes de verla detenerse en el lugar donde yacía el niño Jesús en el establo. Esto podría haber sido el resultado del movimiento retrógrado de Júpiter, lo que significa que parece cambiar de dirección en el cielo nocturno a medida que la órbita de la Tierra lo alcanza.
Al parecer, será muy difícil saber con precisión qué fue el fenómeno astronómico observado por los Magos de Oriente, que sin duda debió de ser tan extraordinario como para hacerlos peregrinar por el desierto para hallar al Salvador. Como sea, hoy puedes comprar tu propia Estrella de Belén y colocarla en tu árbol o nacimiento, como un brillante y luminoso recordatorio de que, en ciertas ocasiones especiales, lo divino y lo celestial pueden manifestarse aquí en la Tierra.