Sarape de Saltillo: prenda, textil, tradición y color de México

Sus diseños, líneas, grecas y colores son tan distintivos de México que hasta diseñadores de moda los han plagiado; pero, ¿de dónde vienen?

Todos los hemos visto: son grandes trozos de tela de hilos de algodón colores, confeccionada de tal forma que despliega hermosos diseños geométricos reconocibles en México y copiados en el mundo. Es el famoso Sarape de Saltillo, una de las artesanías más típicas del país. Pero, ¿sabías que, a pesar de ser de Coahuila su origen está muy relacionado con el estado de Tlaxcala?

Aquí te contamos un poco del origen y la historia del mexicanísimo sarape, que también es pieza fundamental en los vestidos y trajes típicos de muchos estados de nuestra hermosa Patria.

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En general, un sarape es una manta de forma rectangular elaborada con hilo de colores —hecho de lana con urdimbre de algodón—, la cual se usa para cubrirse de la lluvia o el frío, o también como alfombra o tapete, o para adornar un traje típicos. La palabra sarape proviene de la deformación de dos palabras del náhuatl: tzalan, ‘entretejido’ y pepech-lli, ‘manta gruesa que se tiende sobre algo’.

Antes de la Conquista, pueblos prehispánicos como los mexicas usaba una tilma o tilmatli adornada de colores distintivos para señalar la profesión y la clase social a la se que pertenecía. Un ejemplo es la famosa tilma de ayate —una tela gruesa derivada de las fibras del agave maguey— de Juan Diego.

Durante la Colonia, la manta de algodón o tilma que usaban los hombres indígenas se empezó a tejer con lana de oveja traída por los españoles y se fusionaron los diseños prehispánicos y españoles. También cambió la técnica de tejido y se empezó a tejer con el telar de pedal para hacer los tradicionales sarapes, llamados también jorongos. Para elaborar cualquier sarape se utilizan hilos de múltiples colores y l diseños son únicos: dentro de los motivos están las grecas, líneas, herraduras de caballo o figuras zoomorfas o geométricas.

Origen

Curiosamente, el sarape no nació en Saltillo sino en Tlaxcala, específicamente en la región de   Chiautempan y Contla, donde empezó a elaborarse por artesanos desde tiempos prehispánicos. Con la Conquista, de allí se difundió hacia otros estados de la República. Así, el sarape de Saltillo debe su existencia a una disposición del virrey de Luis de Velasco y Castilla, quien en 1591 decidió enviar familias tlaxcaltecas al territorio de Coahuila, que era habitado por tribus nómadas.

Al llegar a lo que hoy es Coahuila, los tlaxcaltecas continuaron con la tradición del tejido de tilmas y aprendieron a criar borregos, a cardar e hilar la lana hasta lograr hilos delgados de múltiples colores; también aprendieron a armar el telar de pedal, que les permitía obtener lienzos más anchos y largos que con el telar de cintura, y permitió que lograran figuras más delicadas.

En Saltillo, el sarape se volvió un emblema de la identidad de los coahuilenses, quienes plasman en él los colores con que las estaciones del año pintan el cielo: degradados de colores que confluyen en el centro, formando un diamante que simboliza a las cuatro estaciones del año, los tiempos de la siembra y la cosecha, la sequía y el invierno; no son líneas o “rayas” de colores puestas arbitrariamente.

Se acompaña, además, de flechas que simbolizan los ataques que sufrían los pueblos del norte durante la época de la colonización. El sarape de Saltillo clásico lleva el diamante y las sombras de los amaneceres y atardeceres del desierto, con diseños inconfundibles en nuestro país y en el mundo.

El sarape es una prenda que ha acompañado al pueblo mexicano desde tiempos prehispánicos. Lo mismo cubrió a chinacos, insurgentes, artesanos, campesinos, bandoleros, revolucionarios que a mariachis y cantantes, pero siempre se porta con elegancia, adornando con sus colores y su caída al que baila y acompaña en las serenatas. También ha sido inspiración de artistas como Diego Rivera, quien plasmó uno en su obra Paisaje zapatista.