Durante la primera etapa de la Guerra por la Independencia de México, uno de los episodios que mejor ejemplifican el fervor del movimiento insurgente es la toma de la Alhóndiga de Granaditas, una fortaleza en la ciudad de Guanajuato donde se había refugiado la población española y que, gracias a la intervención de un héroe conocido como ‘el Pípila’, cayó en manos del ejército dirigido por Miguel Hidalgo. Pero, ¿quién fue este personaje y cómo se ganó el histórico apodo?
Acompáñanos a dar una vuelta por la historia y lleguemos hasta principios del siglo XIX, cuando el movimiento insurgente que buscaba la independencia de la Nueva España se encontraba a las afueras de la ciudad de Guanajuato…
TE RECOMENDAMOS: La historia de los Niños Héroes de Chapultepec, ¿es verdad o mito?
Unos días después de iniciado el movimiento de Independencia, el 28 de septiembre de 1810, los insurgentes se encontraban a las afueras de la ciudad de Guanajuato. Aterrado por la noticia del avance de las tropas rebeldes, el intendente de la ciudad Juan Antonio Riaño pidió a la población española y criolla que se resguardara y acuartelera en la Alhóndiga de Granaditas, un edificio fortificado que había servido como almacén para granos y otros alimentos en época de escasez.
Durante los combates fue asesinado el propio intendente Riaño, pero de cualquier modo la Alhóndiga resistía el asedio insurgente: los pocos soldados realistas que se encontraban en el interior repelían cualquier ataque a base de balazos, lo que impedía a los rebeldes acercarse mucho a cualquiera de los accesos del edificio. Fue entonces cuando hizo acto de aparición el famoso ‘Pípila’.
Ese era el apodo que recibía Juan José de los Reyes Martínez Amaro, un humilde pero fornido barretero que trabajaba en las minas guanajuatenses y que recientemente se había unido a la causa insurgente. La historia nos dice que había nacido en la ciudad de San Miguel de Allende —entonces, San Miguel el Grande— en enero de 1782, y que su vida se prolongó muchos años después de consumada la Independencia, muriendo en julio de 1863.
Viendo lo inútil que resultaban los ataques insurgentes, Hidalgo y Allende resolvieron que sólo tendrían éxito si lograban quemar la puerta principal. Se dice que el cura llamó a De los Reyes para informarle de esta necesidad y que el ‘Pípila’ dijo que él se haría cargo del movimiento. Así, protegiendo su espalda con una pesada losa de piedra, se arrastró resistiendo las balas enemigas hasta llegar a la puerta de la Alhóndiga, le prendió fuego y permitió así el acceso de los asaltantes al interior del edificio.
La toma de la Alhóndiga, sin embargo, fue uno de los episodios más negros dentro de la primera etapa de la guerra de Independencia, pues una vez abierta la puerta los soldados entraron en tropel, masacrando a la población que ahí se había refugiado, incluyendo a mujeres y niños. El propio intendente Riaño había intentado entregar la posición al ondear una bandera blanca, pero fue muerto a balazos y esta acción no se respetó.
Se dice que, después de la Alhóndiga, ‘el Pípila’ siguió combatiendo en el bando insurgente y posteriormente regresó a su trabajo como minero. La razón de su apodo es que ‘pípila’ es la forma en que se le llamaba a los guajolotes en el estado de Guanajuato, y se cree que Juan José de los Reyes tenía un rostro pecoso que recordaba al plumaje de esos animales, o bien que su risa se parecía al graznido de dichas aves. Como sea, ante la poca documentación que existe en torno a su vida, algunos historiadores afirman que es muy difícil afirmar que, en efecto, ‘el Pípila’ existió alguna vez…