¿Cómo se llamaban las armas de los guerreros del ejército mexica?

Entre los siglos XIV y XV, el Imperio Mexica cubría la mitad del país y parte de Centroamérica, territorio que fue sometido usando estas armas…

Uno de los imperios de mayor relevancia y poderío militar en Mesoamérica, entre los siglos XIV y XV, fue el Imperio Mexica —también llamado, erróneamente, Azteca—, el cual poseía un ejército eficiente y altamente entrenado, con jerarquías claras, estrategias de guerra y, desde luego, armamento propio de la época hecho con piedras, maderas y algunos metales. Pero, ¿cómo se llamaban las armas que usaban los guerreros mexicas?

A continuación, te contamos un poco sobre el militarismo, los guerreros mexicas y el armamento que usaban, el cual es descrito tanto en crónicas de la Conquista escritas por soldados y religiosos españoles, como en las propias cédulas de tributos que hemos encontrado de la época previa a la Conquista.

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Para la civilización mexica, la guerra era una actividad de importancia primordial. Nada menos, su deidad principal era el ‘colibrí zurdo’ o ‘colibrí del Sur’, Huitzilopochtli, el cual fungía como dios de la guerra, cuyo culto era impuesto a los pueblos sometidos, pues las figurillas de los dioses locales eran sustraídos de los templos y sustituidas por una de Huitzilopochtli. Por si fuera poco, el Templo Mayor de México-Tenochtitlan constaba de dos torres: una dedicada a Tláloc, dios de la lluvia, la cual era esencial para las cosechas y el sustento del pueblo, y la otra honraba al dios de la guerra, al cual se le ofrecían sacrificios humanos.

Son famosas las dos órdenes o sociedades militares principales: los guerreros águila y los guerreros jaguar, los cuales eran soldados de alto rango que usaban trajes hechos con plumas y piel de animal para honrar a las deidades asociadas con el día y la noche. Pero, ¿cuáles eran las armas que blandían estos soldados y con las cuales expandieron su territorio y alcanzaron una gran relevancia política en el Valle de México?

Dividamos el catálogo de armas en tres tipos: las armas de mano, que como su nombre lo indica son blandidas por el guerrero con una o con las dos manos; las armas arrojadizas, que eran lanzadas valiéndose de hondas o arcos; y las de defensa y protección, entre las que se incluyen los trajes y las armaduras.

Entre las armas de mano la protagonista era la espada de madera llamada macuahuitl, la cual consistía en un bastón de madera de más o menos un metro de largo, al cual se le incrustaban pequeños cuchillos de obsidiana que servían para cortar como si fuera el filo de una espada. A pesar de su modesta apariencia, crónicas de la Conquista hablan de poderosos guerreros mexicas que, con un solo golpe de macuahuitl, eran capaces de degollar a un caballo.

Otras armas de mano mexicas eran el cuahuitl, un garrote hecho de madera, tallado para representar las hojas de la planta del agave; el tepoztopilli, Lanza de madera con una cabeza ancha alineada con filos de obsidiana; el tlaximaltepoztli, una especie de hacha que representaba al dios Tepoztécatl, era similar a un tomahawk y tenía una hoja hecha de piedra o bronce; el huitzauhqui, que era similar al macuahuitl pero más grande, y el macuahuitzoctli, que era un mazo de medio metro con cuchillos de obsidiana por los cuatro lados.

Mención aparte merece el técpatl, una daga o cuchillo con hoja de doble filo, hecha de obsidiana o pedernal, de unos 20 centímetros de largo, a veces con mangos hechos de madera o piedra e incrustaciones de piedras o conchas; esta arma afilada se usaba en los sacrificios humanos para abrir el esternón del prisionero y que el sacerdote extrajera su corazón; por su importancia y función religiosa, los mexicas creían que los técpatl tenían vida propia y se les dibujaba una especie de rostro.

Por otro lado estaban las armas arrojadizas, tanto los dispositivos que lanzaban los proyectiles como las lanzas, los dardos y las flechas mismos. Aquí, destaca el atlátl o lanzadardos o estólica, un arma que representaba al dios mexica Opochtli y era una especie de brazo extendido que se usaba para lanzar unos proyectiles o dardos llamados tlacochtli, los cuales eran pequeñas lanzas de aproximadamente 1.8 metros de largo con punta de obsidiana, bronce o hueso de pescado, y llegaban más lejos que las flechas disparadas con arco.

Luego están el arco y las flechas mexicas. El tlahuitolli era el arco de guerra, se hacía con madera flexible y medía al menos metro y medio de largo, y se acordonaba con el tendón de un animal; los arqueros en el ejército mexica eran denominados tequihua y lanzaban flechas llamadas mitl, las cuales podían ser tetotocamitl si eran de cacería, tencualacmitl si estaban envenenadas y yaomitl, si eran flechas de guerra con punta de obsidiana, pedernal o hueso.

Otras armas de este tipo eran la cerbatana o tlacalhuazcuahuitl, que era de madera hueca y lanzaba unos dardos llamados tlatzontectli; el tematlátl, que era una honda hecha con fibras de maguey y que lanzaba piedras ovaladas o bolas de barro que iban rellenas con piedras pequeñas o restos de obsidiana. Bernal Díaz del Castillo dio cuenta de que este ataque era tan efectivo que incluso los soldados españoles que usaban armadura resultaban heridos.

Por último, llegamos al armamento de defensa y protección, entre el cual destaca el escudo o chimalli, el cual tenía un armazón de madera e iba cubierto con piel, tela, algodón, fibras y plumas, y desde luego servía para proteger de golpes de bastón, macana y espada. Las armaduras mexicas se llamaban ichcahuipilli, se hacían con tela de algodón remojada en agua con sal que se dejaba cristalizar hasta que formara una coraza de uno o dos dedos de espesor. La última pieza de este breve repaso es el cuatepoztli, que es un casco o yelmo hecho de madera, el cual se esculpía para representar a animales como el mono, el jaguar, el puma, el coyote, el águila o a ciertos dioses mexicas, y era usado sólo por dignatarios y soldados de alto rango para proteger la cabeza de golpes y pedradas.

Todas estas armas mexicas se retrataron y dibujaron en códices, y se describieron en las crónicas prehispánicas y de la Conquista. Si deseas verlas con tus propios ojos, te recomendamos visitar el Museo Nacional de Antropología, en Chapultepec, o el Museo del Centro Mayor, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, donde podrás contemplar piezas originales —algunas de las cuales pertenecieron a personajes y gobernantes, como el chimalli de Ahuizotl que puedes admirar sobre este párrafo— y reconstrucciones, las cuales te dejarán clara la importancia del militarismo en la creación y la expansión del Imperio Mexica.