Al pueblo mexicano, hay que decirlo, simple y sencillamente le encanta la comida: desde la selección de los ingredientes, los rituales y procesos de la preparación, los olores que van despidiéndose de las cocinas, la forma de servir los platillos y de compartirlos, la dicha y el placer del primer bocado, hasta la satisfacción plena del que quedó saciado por un soberbio banquete, pareciera que nuestra vida gira en torno a la comida: de ahí la cantidad de dichos, frases populares y refranes que la tienen como elemento central.
Estas expresiones se cuentan por cientos, o quizá hasta por miles. Pero como este espacio es limitado, acá compartiremos y explicaremos algunas de las más usadas, famosas o singulares, o como se dice coloquialmente: “hay de chile, de dulce y de manteca”.
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Al que nace pa’ tamal, del cielo le caen las hojas
Esta frase —similar a “El que nace pa’ panzón, aunque lo fajen de chico, aunque ésta alude más a los vicios— alude al destino o, más propiamente, a las circunstancias adversas o desfavorables con las que nace cualquier individuo o persona, pues pareciera que a quien está destinado a triunfar todo se le da de modo fácil, y los que están marcados para sufrir y terminar como humildes tamales, pues… del cielo les caen las hojas. Ya nomás falta que se las pongan.
A la mejor cocinera se le queman los frijoles
También se dice que “se le humea la olla”, o que “Al mejor cocinero se le va un tomate entero” o “Al mejor cazador se le va la liebre”. Esta sentencia expresa que no importa cuán experto, experimentado o excelente sea uno en su trabajo, siempre es susceptible de cometer un error grave, de esos que sólo cometen los principiantes. Por eso hay que fijarse bien siempre, y no caer en el pecado de soberbia.
Bueno es raspar, pero no arrancar los magueyes
Esta frase proviene del campo, en especial de los estados donde se cosechan o raspan los magueyes o agaves para obtener el preciado y dulce aguamiel, que es la materia prima para producir el pulque o, si se somete a un proceso de destilación, el mezcal y el tequila. Así, el consejo que brinda es que “no hay que matar a la gallina de los huevos de oro”, y sólo obtener de las cosas aquello que se necesita y se va a consumir; o bien, que “está bueno el encaje, pero no tan ancho”, que quiere decir que nunca hay que exagerar ni tomar demasiado para uno mismo.
Chiquito, ¡pero picoso!
Esta frase alude, desde luego, a los mexicanísimos chiles, pues quien sabe de ellos podrá dar fe de que casi siempre los más pequeños —como el chile de árbol, el chile piquín o el chile habanero—, a pesar de su apariencia inofensiva y su reducido tamaño, suelen dar la sorpresa y ser los más “bravos” o picantes. Este refrán tiene varias interpretaciones: una de ellas, tiene que ver con la estatura de una persona, pues hay gente chaparrita que es valiente, arrojada, emprendedora, conquistadora o triunfadora; otra interpretación, más propia de los albures, tiene que ver con las dimensiones de los atributos masculinos de un hombre, ámbito en el que no siempre lo más grande es lo mejor.
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Como el perro del hortelano: ni come, ni deja comer
¿Quién no ha conocido a alguien así? Una persona que, como dice otro refrán, ni picha, ni cacha, ni deja batear… ¡y ya ni es del equipo! Alude a los perros entrenados por los que tienen hortalizas, que ladran y ahuyentan a todos los que se acercan pero, desde luego, no tocan el producto que están cuidando. Puede referirse a personas avaras o mezquinas, que prefieren que la comida se les eche a perder antes que compartirla, o bien, a cualquiera que no disfruta de la vida y sus delicias, y de pilón impide que los demás también lo hagan.
Es ajonjolí de todos los moles
Muchos de nuestros deliciosos moles se sirven bañados con un puño de ajonjolí, ese grano que le otorga un matiz al sabor que resulta delicioso. Y el que parece andar en todos lados, saberle a todo y conocer a medio mundo, es justamente como si fuera una pizca de ajonjolí que le viene bien a prácticamente cualquier situación… o, al menos, eso cree dicha persona.
El maiz crece cuando crece
Como lo leíste, no es una falta de ortografía, pues en el campo mexicano muchas veces las personas así le llaman al maíz. Este refrán es muy sabio: quiere decir que no importa que lo riegues dos veces, que lo asolees el doble, o que le eches tres veces la cantidad requerida de abono: el maíz tiene y toma su tiempo, y crece cuando tiene que crecer, no antes y ni aunque tengas mucha prisa de ya cosechar los frutos de tu trabajo. Es otra forma de decir “No comas ansias”.
No hay que buscarle ruido al chicharrón
Esa deliciosa fritura de piel de cerdo que solemos comer en tacos, bien troceadito y con sus salsas, añade al gusto de sus sabor el delicioso crujido cuando lo mordemos: es parte de su naturaleza. Y esta frase, similar a “No hay que buscarle tres pies al gato… sabiendo que tiene cuatro”, significa que a veces no hay que darle tantas vueltas a las cosas, pues éstas son como son. ¿Qué no?…
Ya comí, ya bebí… ya no me hallo aquí
Si a uno lo invitan a comer, se espera que sea uno un buen comensal, disfrute de los alimentos en compañía de nuestros anfitriones y departa con la demás gente; pero, llegada la hora, también es del buen invitado saber el momento de partir. Lo mismo sucede en muchas situaciones de la vida, como las relaciones amorosas o, incluso, muchos trabajos, pues cuando uno ya obtuvo lo que necesitaba y ya no hay necesidad de permanecer en una situación, lo mejor es aplicar aquello de “Aquí se rompió una taza… y cada quien para su casa”.