A diferencia de la Guerra de Independencia, que inició en un día específico con un levantamiento armado y terminó en una fecha determinada con la firma de un tratado, la Revolución Mexicana es un periodo de la historia mexicana que no tiene un final reconocido de forma unánime. Si bien todo empezó con el rechazo a las reelecciones de Porfirio Díaz en 1910, durante más de diez años los principales caudillos se disputaron la silla que quedó vacía y todos terminaron asesinados. Ese fue el caso de Álvaro Obregón, un caudillo revolucionario que incluso llegó a presidente pero igual fue ejecutado una mañana de 1928 en un restaurante de San Ángel, en la capital del país.
Conozcamos esta historia, sabiendo primero un poco de la vida de Obregón, cómo fue que llegó al poder, dónde perdió el brazo y por qué se había hecho de enemigos que al final acabaron con su vida.
TE RECOMENDAMOS: Expropiación Petrolera de 1938: causas y consecuencias.
Álvaro Obregón Salido nació en la Hacienda Siquisiva, en Navojoa, Sonora, el 19 de febrero de 1880. Quedó huérfano de padre al año de edad, de modo que fue criado por sus hermanos mayores y fue a la escuela donde uno de ellos era director. A la edad de 32 años y siendo alcalde de Huatabampo, armó un ejército para defender al gobierno de Madero y combatir a Pascual Orozco, un militar que se había rebelado; una vez vencido el sublevado, regresó a su haciendo pero no por mucho tiempo, pues en 1913 se unió a Venustiano Carranza para combatir a Victoriano Huerta, quien había dado un golpe de estado a Madero y se había quedado con el poder.
Obregón fue general de división del Ejército Constitucionalista de Carranza y, en ese cargo, derrotó varias veces a los federales de Huerta. Al producirse la ruptura entre los revolucionarios Villa, Zapata y Carranza, Obregón siguió siendo leal a éste último, persiguió a Villa hasta el norte del país y lo derrotó en la batalla de Celaya, donde por desgracia perdió el brazo a consecuencia de una herida de granada. Renunció en 1917 a su puesto en el gabinete de Carranza, a quien luego combatió y, tras el interinato de Adolfo de la Huerta, acabó siendo presidente de México de 1920 a 1924. Al término de su periodo presidencial, se retiró a su hacienda.
En 1927, hacia el final de la presidencia de Calles y en plena Guerra Cristera —un conflicto en el que el pueblo se rebeló al gobierno y salió a las calles a defender la religión católica—, Obregón decidió lanzar su candidatura para una reelección como presidente de la República. En noviembre del mismo año, durante una corrida de toros sufrió un atentado con bomba, del que por fortuna resultó ileso. El 15 de julio de 1928, pocos días después de haber sido proclamado vencedor en las elecciones presidenciales, Obregón llegó a la Ciudad de México en un tren, escoltado por un contingente de hombres.
El 17 de julio de 1928, haciendo caso omiso a las advertencias que hablaban de rumores acerca de su asesinato, Obregón acudió a comer invitado por los diputados de Guanajuato al restaurante La Bombilla, ubicado en el tradicional barrio de San Ángel, al sur de la Ciudad de México. Ahí lo esperaba José de León Toral, un fanático religioso que, utilizando sus habilidades como dibujante, se hizo pasar por caricaturista y realizó retratos de varios de los políticos que estaban ahí, hasta llegar con el presidente electo. Cuando le mostraba la caricatura que había hecho de él, Toral le disparó a Obregón un total de seis veces con una pistola española de marca Star calibre 32.
Los seis tiros fueron a dar, el primero, a cinco centímetros del rostro de la víctima; cuatro tiros más dieron en la espalda y el sexto disparo fue hacia el muñón del brazo derecho de Obregón, quien murió al instante en el lugar. Toral fue aprehendido de inmediato, y aunque varios policías y soldados pretendían ejecutarlo ahí mismo, fueron detenidos con el argumento de que el asesino tenía que rendir su testimonio para dar con los autores intelectuales del magnicidio.
¿Y quién era el joven que apretó el gatillo y por qué le había quitado la vida al presidente electo? José de León Toral fue un cristero que nació en Matehuala, S.L.P. en 1900, el cual en julio de 1928 tomó la decisión de convertirse en mártir de la Guerra Cristera e, influenciado por las palabras de la Madre Conchita —una monja llamada en realidad Concepción Acevedo de la Llata—, quien había pronunciado que la muerte de Obregón y de Elías Calles era la única manera de terminar con la guerra, fue que decidió viajar a la capital para matar a Obregón.
Toral y la madre Conchita fueron enjuiciados por el asesinato de Álvaro Obregón. La religiosa fue condenada a veinte años de prisión, y al joven potosino se le condenó a muerte, siendo fusilado el 9 de febrero de 1929 en el Palacio de Lecumberri, convirtiéndose casi al instante en un mártir del catolicismo. Lo que llama la atención es que siempre se manejó la teoría del “asesino solitario”, pero cuando se revelaron detalles de la autopsia de Obregón se notó que tenía en su cuerpo perforaciones de diversos calibres, lo que habla de varios tiradores. Cabe resaltar que, tras la muerte del “manco de Celaya”, Plutarco Elías Calles pudo consolidar su poder y gobernar al país varios años más usando presidentes “títere” como Emilio Portes Gil.