Desde hace décadas, numerosos periódicos publican en estos días unos versos satíricos llamados calaveritas literarias, las cuales son poemas con rima que se dedican a una persona viva —en ese caso, personas famosas del espectáculo y la política nacional del momento— como si ya estuviera muerta, aludiendo a sus características y narrando cómo fue que La Muerte —”la pelona” o “la huesuda”— se los llevó a sus reinos. Seguramente las conoces, pero, ¿conoces su origen y algunos ejemplos?
Acá te contamos, a vuelo de pájaro, el origen de este género literario, su lugar en la historia y algunos ejemplos emblemáticos. A ver si al final de todo esto te animas a escribir una a una persona que conoces.
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Las calaveras literarias son versos satíricos e irreverentes, escritos en rima y a modo de epitafios, describiendo a las personas como si estuvieran muertas y narrando las peripecias que lleva a cabo para intentar escapar de la Muerte, que de todos modos termina llevándoselas. Son tradicionales en México desde hace décadas y suelen escribirse en vísperas del Día de Muertos, muchas veces publicándose en periódicos y aludiendo a celebridades o figuras del momento.
Antiguamente conocidos como “panteones”, estos versos nacieron en el siglo XIX a modo de epitafio burlesco y como un modo de expresar ideas o sentimientos que en otro momento sería difícil o de muy mal gusto decir. Diversas fuentes históricas mencionan a Fray Joaquín Bolaños como el autor de la primera calaverita, remitiéndose a su libro La portentosa vida de la Muerte, publicado en 1792; en este libro, Bolaños escribe unos versos satíricos a un médico.
Las primeras calaveritas literarias como las conocemos fueron publicadas en 1879 en el periódico El Socialista de Guadalajara, acompañadas de grabados o dibujos alusivos a la muerte. Después, el grabador Manuel Manilla empezó a acompañarlas con grabados de esqueletos o calaveras, una figura muy común en la gráfica política y satírica de la época. Ya después, José Guadalupe Posada llevaría la calavera a convertirse en el símbolo del Día de Muertos por excelencia.
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La tradición de hacer calaveritas inspiradas en las rimas del siglo XIX pasó de generación en generación. Después, en tiempos de la Revolución y junto con las catrinas, esta forma literaria se consagró como un rasgo cultural siempre presente en las festividades del Día de Muertos. Aquí te presentamos algunos ejemplos de calaveras famosas:
Calaveras del montón
Pasé por la primavera
Y me llamó la atención
El ver una calavera
Que trajeron del panteón.
Daba pena y tentación
Mirar que pelaba el diente,
Era el dueño o el patrón,
o sin duda el dependiente […]
Adelante el carnicero
En la mano su morcón,
Más allá el tocinero,
con su hediondo chicharrón.
Estos pronto se murieron
y se fueron al panteón,
calaveras se volvieron,
calaveras del montón.

A Emiliano Zapata
Eran los tiempos aquellos
los días de la Revolución
cuando la muerte se apareció;
indecisa estaba pues no sabía
si llevarse a uno de la bola
o ya de perdisun pelón.
La calaca sentada se reía
porque de uno y otro bando
a cada minuto
alguien caía.
La muerte alzó la vista
porque por el camino
alguien venía:
era mi general Zapata.
¡Hey, guapo!, le dijo, ¡acá está tu Adelita!
Y mi genera, al verla,
se dio cuenta que era la huesuda.
Ya murió Zapata,
ya lo llevan a enterrar
no lo mató una bala, no lo mató un cañón
fue la calavera esa
que le gustó ese bigotón.
A Don Quijote
Esta es de Don Quijote la primera
la sin par la gigante calavera,
a confesarse al punto el que no quiera
en pecado volverse calavera.
Sin miedo y sin respeto ni a los reyes
este esqueleto cumplirá sus leyes.

Aquí está de Don Quijote
la calavera valiente,
dispuesta a armar un mitote
al que se le ponga enfrente.
Ni curas ni literatos,
ni letrados ni doctores,
escaparán los señores
de que les dé malos tratos.
