A pesar de que México es un país moderno, con grandes avances científicos, médicos y tecnológicos, y una cultura para presumirle al mundo, entre nuestra gente existen aún una serie de creencias, supersticiones muy arraigadas que, aunque bien se sabe que no son ciertas, forman parte de nuestra idiosincrasia y del folclor de nuestras tierras. Muchas de ellas son una herencia prehispánica, otras derivan del cristianismo y otras tantas más no tiene un origen definido.
Demos un breve repaso a algunas de estas supercherías que, aunque a muchos les dan miedo o las juzgan propias de gente ignorante, constituyen una herencia cultural de nuestros ancestros.
TE RECOMENDAMOS: La escalofriante leyenda de la Mulata de Córdoba.
Empecemos con las cosas que las mamás o las abuelitas nos dicen cuando somos niños. Por ejemplo, ¿a quién no le dijeron que si se portaba mal se lo iba a llevar El Coco? Y uno podría preguntarse qué es o quién es ese temible personaje, pero lo cierto es que —a diferencia de otros espectros, como La Llorona— nadie lo ha visto ni sabe qué apariencia tiene. Algunos estudiosos afirman que la expresión, que hoy se usa para designar algo que nos da miedo o nos cuesta mucho trabajo —”las matemáticas son mi coco”—, tiene que ver con una especie de espantapájaros que se montaba en la antigüedad y a la que se lo ponía un coco en lugar de cabeza. Pero la verdad es que no se sabe…
Así como algunos le temían al Coco, otros hablaban del “viejo del costal” que se llevaba a los niños latosos o desobedientes, o del “robachicos” que justo hacía eso con los chamacos que les gustaba andar en la calle; tristemente, la realidad alcanzó a la ficción y hoy todos los días sabemos de niños y niños desaparecidos. Pero hablando de modos de amedrentar a los niños para que se estuvieran quietos, muchos se nos decía que si nos levantábamos a media comida “se nos iba a enchuecar la boca”; o que si comíamos pan con agua nos iban a “salir lombrices”, refiriéndose a las solitarias o tenias que parasitan a ciertas personas.
En otro orden de ideas, hay muchas creencias ligadas a la religión católica. Por ejemplo, que la lluvia se puede espantar clavando un cuchillo en la tierra; que para ahuyentar las malas vibras, a las brujas o a las presencias demoniacas, hay que poner unas tijeras o un par de agujas en forma de cruz; también hay quienes invocan al Ángel de la Guarda para que los cuide a lo largo del día, o a algún santo dependiendo de la situación: San Sebastián de Aparicio, por ejemplo, es el santo patrón de los viajeros y transportistas; y hay devociones muy particulares al Santo Niño de Atocha o al Santo Señor de Chalma, que todos los años reciben a miles de peregrinos en sus respectivos santuarios.
Otra costumbre muy arraigada es la de las “mandas”, que consisten en favores y promesas hechos a un santo determinado o a una imagen que se considera milagrosa, a la cual se le pide, por ejemplo, que nos ayude con un problema de salud propio o de alguien más, con una apuración económica o simplemente a encontrar trabajo; una vez que el santo, la imagen o la Virgen de la devoción de cada quien le concede el favor o el milagro, se tiene la obligación de ir a su santuario a “pagar la manda”. Uno de los más socorridos en este sentido en San Judas Tadeo o “San Juditas”, el santo “de las causas difíciles y desesperadas”, aunque hay quienes afirman que te concede un favor… pero te quita dos. Quién sabe.
También hay quienes creen en curas milagrosas, como quien le “jala el cuero” de la espalda a un niño para curarlo de empacho —una especie de indigestión—, o que realizan determinados rituales y procedimientos para curar de espanto; de igual modo, los bebés recién nacidos deben portar un listón rojo, un collar de coral o un “ojo de venado” para evitar que alguien les haga “mal de ojo”, causado por gente malintencionada y con “la vista pesada”.
Por último, mencionaremos algunas creencias que derivan de lo que se llama “sincretismo”, que es una mezcla entre diversas religiones. Así, hay quienes le soban la panza a un Buda, supuestamente para atraer la buena suerte, o tienen en su establecimiento un sapo con una moneda o un gatito del dinero; todas estas imágenes provienen de tradiciones chinas y fueron asimiladas en México debido a la migración. Como dijimos, aunque no hay bases científicas para sostener estos rituales, muchas veces es la fe y el convencimiento de la gente la que realmente obra el milagro.
O no… ¿tú qué opinas?