Si hablamos de la Guerra de Independencia de México, ese proceso que duró del 16 de septiembre de 1810 al 27 de septiembre de 1821 y que culminó con la libertad política de la Nueva España, convirtiéndose en la Nación mexicana, muchos mencionan a los iniciadores Hidalgo y Allende, al general Morelos o a los consumadores Guerrero e Iturbide. Pero hubo un personaje importantísimo a lo largo de este periodo que, sin embargo, no aparece mucho en los libros de historia. Conozcamos algunos datos de la biografía del héroe olvidado, Ignacio López Rayón.
Su vida comenzó el 31 de julio de 1773 en Tlalpujahua, Michoacán, con el nombre de José Ignacio Antonio López-Rayón y López-Aguado. Además de haber participado en toda la lucha independentista hasta verla consumada, fue diputado e incluso contendió por la presidencia. Veamos los detalles…
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Ignacio López Rayón estudió en el Colegio de San Nicolás, en Valladolid —actualmente Morelia—, la misma institución donde estudió Miguel Hidalgo. Después, partió a la Ciudad de México y estudió derecho en el Colegio de San Ildefonso. Ya convertido en abogado, regresó a Tlalpujahua por la enfermedad de su padre y para hacerse cargo de los negocios familiares. Al estallar el movimiento insurgente en 1810, se unió rápidamente a la causa, convirtiéndose en secretario particular del cura Hidalgo; más tarde, fue Secretario de Estado y de Despacho en el gobierno que Hidalgo formó en Guadalajara, y con él firmó el bando que prohibía la esclavitud en la Nueva España.
Estuvo al lado de Hidalgo en la famosa Batalla del Monte de las Cruces, el 30 de octubre de 1810. Al año siguiente, el 17 de enero, participó en la Batalla de Puente de Calderón, donde los insurgentes fueron derrotados por los realistas encabezados por Félix María Calleja, pero López Rayón pudo rescatar 300 mil pesos enmedio de la reyerta. El 16 de marzo del mismo año, fue nombrado Comandante de las Fuerzas Insurgentes y se quedó apostado en Saltillo, Coahuila. Poco después, los jefes insurgentes fueron capturados en Acatita de Baján, y Rayón pasó por las armas a Rafael Iriarte, que había traicionado la causa.
Rayón salió de Saltillo y derrotó a los realistas en la Batalla de Puerto de los Piñones. El 15 de abril de 1811, López Rayón logró la hazaña de tomar la ciudad de Zacatecas. Después, tomó la ciudad de Zitácuaro, desde donde escribió al cura José María Morelos y lo invitó a reunirse con él en lo que después se conocería como Junta de Zitácuaro o Suprema Junta Nacional Americana, a la que también asistieron los jefes insurgentes José María Liceaga y José Sixto Verduzco; en ella, Ignacio López Rayón fue elegido Ministro Universal de la Nación y Presidente de la Suprema Corte.
El 1 de enero de 1812, sin embargo, Rayón y su ejército tuvieron que huir de Zitácuaro ante el ataque de Calleja. En 1813, formó parte del Congreso Constituyente que encabezó José María Morelos en Chilpancingo, y fue nombrado Diputado por Guadalajara. En 1814 se encargó del gobierno de Oaxaca, pero ante el avance español abandonó el estado y se dirigió a Michoacán, donde resistió por varios meses el asedio de las tropas enemigas.
Tras el fusilamiento de Morelos en 1815, desconoció a la Junta de Jaujilla, que buscaba hacer del mando insurgente y tomó a mal el reclamo de López Rayón de respetar su investidura de Jefe Supremo de los Ejércitos Insurgentes, por lo que fue apresado y enviado a prisión, donde permaneció hasta 1820. Consumada la independencia, ocupó el cargo de Intendente de San Luis Potosí en 1823, fue Diputado al Congreso Constituyente ese mismo año y nombrado Comandante Militar de Jalisco en 1825.
En 1828, contendió por la presidencia de la república, pero perdió ante Manuel López Pedraza. Murió el 2 de febrero de 1832 en la Ciudad de México y sus restos descansan en el Templo de la Santa Veracruz, en la capital. Como pudimos leer, fue un personaje fundamental para la Independencia de México y comandante del ejército insurgente, en quien recayó la constitución de un gobierno autónomo. Además, hay que destacar su pensamiento libertario por los derechos del hombre, la división de poderes y el reconocimiento de la autonomía de la Nación mexicana.