Algunos piensan que las leyendas de vampiros chupasangre llegaron a nuestras tierras en siglos recientes e importadas desde Europa, donde en sitios tétricos como Transilvania, en Rumania, que según la leyenda es el hogar del Conde Drácula, prototipo del vampiro popularizado en las películas de terror. Pero dentro del folclor de México, particularmente en el estado de Tlaxcala, también existen leyendas sobre una clase de mujeres que tienen el don del nahualismo —es decir, de convertirse en algunos animales a voluntad— y, ayudadas por sus poderes sobrenaturales, por las noches salen a robar niños y cometer otras tropelías. Se les llama Tlahuepulchis o Tlahuilpuchis, y esta es su historia.
Recuerda que muchas leyendas y otros aspectos del folclor de nuestro país, aunque carecen de bases científicas o históricas, a lo largo de los siglos conforman narraciones culturales heredadas de generación en generación que sirven para intentar explicar fenómenos inexplicables para mucha gente, tales como la muerte súbita o muerte de cuna en los bebés.
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En las sombras de la tradición tlaxcalteca acechan las Tlahuepulchis, también conocidas como Tlahuilpuchis, una manifestación única del folclore mexicano que ha capturado la imaginación de generaciones. Estas criaturas, mitad mujer y mitad vampiro, son una forma clara en que la fantasía y la realidad se entrelazan en la cultura popular para dar explicación a fenómenos dolorosos .
Según la creencia, las Tlahuepulchis se presentan como mujeres normales o hermosas durante el día, pasando desapercibidas entre la sociedad. Sin embargo, al caer la noche, su verdadera naturaleza surge: dotadas de poderes sobrenaturales de nahualismo —los cuales heredan o reciben por una maldición, y descubren cuando menstrúan po primera vez—, adoptan una forma siniestra, con ojos hipnóticos y colmillos afilados. La sed de sangre es su distintivo y acechan a sus víctimas favoritas, los bebés, a altas horas de la madrugada, atraídas por la sangre dulce y tibia de los infantes cuando los padres duermen profundamente debido a un hechizo que lanzan sobre ellos.
La leyenda de las Tlahuepulchis tiene profundas raíces en la historia de Tlaxcala. Se cree que en el siglo XVIII, un grupo de estas vampiras aterrorizaba la región y forjaron un oscuro pacto con fuerzas sobrenaturales que les otorgó las habilidades de cambiar de apariencia, convertirse en animal o en vapor. A cambio, debían consumir sangre humana para mantener su existencia. Su repugnante apetencia dejó cicatrices dolorosas en la comunidad, convirtiéndolas en un mito aterrador que ha perdurado a lo largo de los siglos.
Otro de sus poderes sobrenaturales consiste en la capacidad de llevar a sus víctimas a la locura o hasta el suicidio a través del control mental: las narraciones señalan que la persona comienza a sentir mucho cansancio y pesadez, es consciente de estar despierto pero no tiene control de sus movimientos, de modo que poco a poco se conduce ella misma hacia su muerte.
Según la tradición popular, se dice que para protegerse de las Tlahuepulchis se deben cruzar ciertos objetos como obstáculos: espinas de sábila, maíz o ajos, así como tijeras o agujas puestas en formas de cruz, pues al parecer estas criaturas temen al metal. Los amuletos y objetos sagrados también se utilizan como defensa contra estas criaturas. Los pobladores de Tlaxcala creían que con estas protecciones podían mantener a raya a las vampiras.
Si bien la creencia en las Tlahuepulchis ha disminuido con el tiempo, y los antropólogos señalan que se trata de un recurso o explicación mágica para justificar, asimilar o entender fenómenos nebulosos y tristes como la depresión, el suicidio o la muerte de un niño pequeño por una enfermedad desconocida. Es por eso que la leyenda perdura como parte integral de la cultura mexicana.