Un elemento fundamental en las decoraciones decembrinas es el Árbol de Navidad, y en éste no pueden faltar las conocidas esferas navideñas. Actualmente se consiguen de todas formas, colores y materiales, e incluso ya ni siquiera son esferas sino personajes de alguna famosa franquicia; sin embargo, si lo que buscas son las tradicionales esferas, como las que montaban nuestros abuelitos en pinos naturales, tienes que ir a estos dos pueblos mexicanos: Tlalpujahua, en Michoacán, y Chignahuapan en Puebla.
Hagamos un recorrido breve por estas poblaciones para conocer su historia en la fabricación de esferas navideñas con vidrio soplado, una técnica artesanal que se incorporó a la cultura y las prácticas de estos pueblos, cuyos productos se han convertido en un sello de exportación de México para el mundo.
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Tlalpujahua
Tlalpujahua procede del náhuatl tlalli, ‘tierra’ y poxohuac, ‘esponja, fofa’, de ahí que significa “tierra de tezontle” o “tierra bofa o esponjosa”. Fue ocupada por mazahuas, nahuas y tarascos hasta la Conquista; con la llegada de los españoles y la capitulación tarasca en 1522 empezó la historia del pueblo. Destaca su arquitectura virreinal, sus casonas con balcones y su pasado minero. Aquí nació el héroe Ignacio López Rayón, y su casa es ahora un museo. Ubicado a 2600 m de altitud, ofrece una temperatura media de 14º C, poca variación entre estaciones y lluvias entre verano y otoño.
Actualmente, el pueblo es famoso en el mundo por la fabricación de esferas navideñas, debido a su producción manual y por las técnicas tradicionales. El proceso empieza con la fundición del vidrio y su posterior soplado; en una jornada de ocho horas, un artesano puede inflar entre 80 y 120 esferas. Después sigue el decorado, con paciencia y el talento de cada artesano, que le da su toque especial. Las piezas que parecen espejos llevan una película de plata pura en su interior.
Cada año, entre los meses de noviembre y diciembre, en el pueblo de Tlalpujahua tiene lugar la Feria de la Esfera, donde decenas de artesanos exponen y venden lo mejor de su producción a precios muy atractivos. Además, se instala la villa navideña conocida como la Villa de Santa Claus, con casas decoradas e iluminadas para que te tomes la obligada foto del recuerdo en ellas.
Chignahuapan
La comunidad de Chignahuapan, Puebla, se localizada en la parte Oeste de la Sierra Norte de Puebla. Su nombre proviene del náhuatl y significa “En las nueve aguas” o “donde abunda el agua”. La zona fue ocupada por totonacas, que convivieron con nahuas, otomíes y tepehuas; ya en el siglo XVI se fundó Santiago Chiquinahuitle (nueve ojos de agua) a donde llegaron misioneros para convertir el lugar en centro de adoctrinamiento y conversión. Ubicado a 2280 m de altitud, presenta un clima semifrío y una temperatura media de 12º C, por lo que se recomienda ir bien abrigado en invierno.
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En 1965, el ingeniero Rafael Méndez Muñoz y el señor Héctor Rodríguez fundaron los primeros talleres donde elaboraban de esferas navideñas con vidrio soplado. Los artesanos pronto dominaron las técnicas del soplado y decoración de las esferas navideñas con un estilo propio. En las décadas siguientes se abrieron nuevos talleres en la misma población, aplicando los conocimientos y técnicas aprendidos y generando una industria tradicional que se caracteriza por un sistema de producción artesanal, con procedimientos manuales en toda la secuencia, y diseños de estilo único, pues cada pieza se pinta y decora por separado.
Actualmente esta industria tradicional se conforma por más de 400 talleres, los cuales durante todo el año fabrican esferas que en temporada navideña se distribuyen en México y en varios países; en conjunto, se estima una producción anual de más de 50 millones de esferas, que se distribuyen principalmente en México y en Europa. Cada año, durante el mes de noviembre, se realiza la Feria Nacional del Árbol y la Esfera de Navidad, que incluye festividades del Día de Muertos con la llamada “Ofrenda de las mil luces”, en la que todo el pueblo participa.
El soplado del vidrio, el cromado, el decorado y la incrustación del colgante son hechas a mano, y su tamaño, colorido y diseño puede ser tan diverso como el ingenio del artesano lo decida. Existen desde la esfera tradicional, hasta las más decoradas o rellenas de materiales como paja, plumas u hojas de maíz. También las hay con forma de personajes de caricaturas. En el Castillo de la esfera, la fábrica más grande de productos navideño, es posible observar el proceso de elaboración de estos adornos.