Cualquier turista o visitante a la Ciudad de México lo ha visto alguna vez: blanco, imponente y con una cúpula de colores anaranjados, el Palacio de Bellas Artes es desde hace más de un siglo el símbolo de la cultura y de la vida artística del país, pues es a la vez museo —de hecho, alberga dos museos—, espacio de murales, teatro y monumento. ¿Conoces su historia, quién fue el arquitecto que lo diseño y qué obras contiene?
A continuación, un breve recorrido de uno de los edificios más hermosos del país, que se encuentra en pleno Centro Histórico de la Ciudad de México, sobre el importante Eje Central, y prácticamente a los pies del primer rascacielos mexicano: la Torre Latinoamericana.
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La historia
El origen del Palacio de Bellas Artes se remonta a los principios del siglo XX, durante la presidencia de Porfirio Díaz, cuando el gobierno mexicano emprendió la construcción de varios monumentos en el marco de las celebraciones por el Centenario de la Independencia de México. Así fue que en el año 1900 el ingeniero Gonzalo Garita y el arquitecto italiano Adamo Boari presentaron una serie de proyectos para ampliar el Teatro Nacional, hoy desaparecido. El proyecto fue aceptado, pero pronto la decisión cambió: el Teatro Nacional fue demolido y lo que se construiría sería un teatro totalmente nuevo en un terreno que ocupaba un convento y que fue expropiado para construir ahí el nuevo templo a las bellas artes mexicanas.
El diseño corrió a cargo del ya mencionado Adamo Boari, y la primera piedra la colocó el presidente Díaz el 2 de abril de 1905. En su construcción se utilizó una mezcla de mármoles mexicanos y los afamados mármoles blancos de Carrara, Italia. El mismo Boari viajó a Europa para seleccionar a artistas destacados para elaborar las herrerías, las esculturas de la fachada y de la cúpula, los vitrales emplomados del plafón, las fuentes de los alrededores, las lámparas y demás elementos de la decoración.
Todo iba bien… hasta que empezó la Revolución de 1910, la cual obligó a la salida al exilio del presidente Díaz —a la postre, también Boari abandonaría México, dada la inestabilidad económica y política que reinaba en el país—, por lo que la obra prácticamente se detuvo durante veinte años años. Fue hasta 1931 cuando las obras se retomaron, ahora bajo la dirección del arquitecto mexicano Federico Mariscal y el ya oficialmente llamado Palacio de Bellas Artes se inauguró el 29 de septiembre de 1934 con el estreno de la obra La verdad sospechosa, del dramaturgo mexicano Juan Ruiz de Alarcón. La inauguración del edificio llevaría a la fundación del Instituto Nacional de Bellas Artes en 1946, bajo el mandato de Miguel Alemán Valdez.
¿Qué hay en el Palacio?
Actualmente, el Palacio de Bellas Artes alberga dentro al Museo del Palacio de Bellas Artes, que es sede de importantes exposiciones temporales con lo mejor del arte mundial e incluye el espacio de los murales realizados ex profeso por los mejores muralistas mexicanos; el Teatro del Palacio de Bellas Artes, que es sede de la Orquesta Sinfónica Nacional y se considera uno de los recintos operísticos más relevantes en la esfera mundial; el Museo Nacional de Arquitectura, situado en la planta alta del edificio; y las salas Manuel M. Ponce y Adamo Boari. Revisemos cada uno de ellos…
El Museo del Palacio de Bellas Artes es uno de los espacios museísticos más afamados del país y organiza exposiciones temporales donde se exhibe lo más destacado del arte nacional e internacional. Además, comprende los 17 murales que de forma permanente engalanan el primer piso del Palacio y que fueron realizados por los “cuatro grandes”: Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco y Rufino Tamayo, además de otros muralistas como Jorge González Camarena, Manuel Rodríguez Lozano y Roberto Montenegro.
Hablando del Teatro del Palacio de Bellas Artes, este fastuoso espacio ha sido escenario de las mejores orquestas del mundo, así como de los solistas y los cantantes de ópera más afamados, además de ser la sede de la Orquesta Sinfónica Nacional, que antes de los cierres debidos a la pandemia deleitaba al público mexicano en temporadas donde el director artístico en turno alternaba con conductores de talla internacional. Destaca el famoso telón monumental, el cual está hecho con piezas de vidrio encargadas a la casa Tiffany’s de Nueva York, y que representa un paisaje de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl; gracias a los efectos de iluminación, a medida que disminuye o aumenta la intensidad de la luz pareciera que amanece o anochece en el Valle de México.
En la planta alta se sitúa el Museo Nacional de Arquitectura, donde se exhiben fotografías, planos y maquetas de los más destacado de esta “bella arte”. Además, están la Sala Manuel M. Ponce, la segunda en importancia después del escenario principal y donde se presentan conciertos de música de cámara y otros eventos musicales o de danza, y la pequeña Sala Adamo Boari, donde son frecuentes los eventos oficiales, las presentaciones oficiales y otros eventos de menor concurrencia. No hay que dejar de mencionar la Librería, especializada en pintura y otras artes. ¿Qué dices, te animas a conocerlo?