La sabiduría popular del pueblo mexicano es inagotable: entre nuestros dichos, refranes y expresiones populares tenemos al menos uno que se acomoda a cualquier situación, queja o contratiempo. Por eso, hoy te compartimos los significados de algunas frases que usan números… en este caso del uno al diez (o hasta el once, ya verás por qué), porque también algunas que afirman que “nos cae el veinte” o que uno “se siente al cien”.
En algunos casos, la frase se explica por sí sola, pero en otros se trata de juegos de palabras o de expresiones de antaño que con el paso del tiempo hemos dejado de comprender. A ver qué te parecen…
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Me anda del uno
Cuando uno está en la niñez, las mamás y algunas educadoras utilizan frases “en clave” para referirse a ciertas cosas incómodas o que pueden resultar vergonzosas. Así, a las necesidades fisiológicas de orinar y defecar se les llama, elegantemente, “hacer del uno” o “hacer del dos”, respectivamente. Entonces cuando “te anda” es que tu organismo te está pidiendo que evacues tu vejiga… y lo mejor es hacerle caso al llamado de la naturaleza.
Estar dos-tres
Cuando algo es excelente o magnífico, podemos decir que “está del uno”, porque se encuentra en la cima de la calidad; pero si, en cambio, tuvo deficiencias o su desempeño, calidad o sabor fueron regulares —pero tampoco es que fuera reprobable o pésimo— decimos que está o estuvo “dos-tres”, o sea regular, pasable, mediocre, ni muy-muy ni tan-tán o, como se dice coloquialmente, “ni fu ni fa”.
¡A la de tres!
¡Esta es de mamá! Quienes fueron educados con el poder de la chancla, sabían que si estaban enmedio de un berrinche o tenían que hacer un encargo de un adulto —normalmente, la mamá o la abuela— a la mayor brevedad posible, tenían solamente tres segundos para recuperar la compostura o para llevar a cabo la tarea, pues normalmente a la cuenta del uno, dos… ¡tres!, sobrevenía el chanclazo, el pellizco o la nalgada. Por supuesto, esto de educar a los niños a base de violencia es de tiempos lejanos… ¿o no lo será tanto?
Poner un cuatro
Hay varios orígenes posibles de esta expresión, que en esencia significa tenderle una trampa a alguien. El origen más socorrido habla de una especie de número cuatro que se arma con varitas y que sirve, justamente, como mecanismo que activa una trampa para venados en el bosque. Si conoces un boy-scout, quizá el pueda confirmarte lo anterior —en cuyo caso, vienes y nos lo platicas, por favor.
Ni un cinco
Aunque más comúnmente se dice “ni un quinto”, ambas expresiones se refieren a lo mismo, que es la antigua, arcaica y actualmente en desuso moneda de cinco centavos, a la cual desde hace décadas se les conoce como “quintos”. Es muy probable que esta expresión provenga de tiempos de la Revolución Mexicana, aunque a decir verdad cinco centavos no han servido para comprar mucho en cualquier etapa de la historia.
Dejar de a seis
Con el ojo cuadrado, asombrados, estupefactos, incrédulos: así es como se queda uno cuando alguien hace algo que nos deja “de a seis”. Al parecer, esta frase tiene un origen militar: en algún tiempo, los cañones venían en dos diámetros, de a cuatro y de a seis pulgadas, y los daños que hacían éstos últimos naturalmente eran mayores y, digamos, “asombrosos”. Por eso es que, con el tiempo, “dejar de a seis” o “quedarse de a seis” se relacionó en nuestra habla popular con algo que nos deja atónitos.
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Salir con su domingo siete
En estricto sentido, hablamos de un embarazo no deseado ni planeado, en especial si se trata de una adolescente o de la hija menor que andaba de novia y que por descuidada “salió con su domingo siete”. El origen es muy largo de contar y tiene que ver con un hombre que se escondió para espiar a un grupo de brujas que cantaba: “Lunes y martes / y miércoles, tres; jueves y viernes / y sábado seis” y que cuando les contestó “…y domingo, siete”, lo golpearon porque este es el Día del Señor, opuesto a las prácticas brujeriles. Por eso esta frase se usa también cuando alguien dice algo que resulta totalmente inoportuno o inadecuado para la situación.
Ni que ocho cuartos
Aquí hablamos de monedas medievales españolas que eran de cobre y se llamaban “cuartos”, y de otras que se llamaban “realillos” y equivalían a ocho cuartos de peseta. Se dice que era un moneda muy usada para pagar alimentos y suministros básicos como el pan, y que en algún momento de escasez o de carestía alguien usó la frase “Que tres pesetas ni que ocho cuartos” para expresar su descontento y su desaprobación, sentido con el que la frase llegó hasta nuestros días.
Sacarse un diez
Como no encontramos frases con el nueve, pasemos al diez. Esta frase tiene que ver con los sistemas de calificación y evaluación de la educación en México, cuya escala normalmente va del cero al diez, siendo ésta la calificación más alta posible y que se otorga a un examen o a una tarea impecables y sin errores. Así “sacarse un diez” significa realizar algo de forma excelente, dar con una idea genial o, simplemente, llevar a cabo una acción de forma que los involucrados en ella quedan complacidos… como cuando hace muchísimo calor y alguien llega a tu casa con “chelas” bien frías.
Meterse en camisa de once varas
Y como no hubo nueve, te damos un pilón con el número once. Esta expresión alude a situaciones en las que una persona voluntariamente se somete a algo muy arduo o penoso, asume una tarea muy pesada y difícil. Esto viene a colación con una forma antigua de medir que usaba varas para calcular los diámetros de ciertas cosas, y en la que “once varas” equivaldría a una camisa ajustada y muy complicada de usar…