La mítica ciudad de Guiza —también llamada Gizah— en el antiguo Egipto es, sin lugar a dudas, uno de los sitios donde la historia, los mitos y las religiones antiguas han dejado su huella en el arte universal, pues es ahí donde se erigen las famosas Pirámides de Egipto, especialmente las de Keops, Kefrén y Micerino, que en conjunto fueron consideradas una de las maravillas del mundo antiguo. Pero no sólo eso: otro personaje mitológico ha estado ahí desde hace más de cuatro mil años, con su mirada fija en el infinito y la eternidad: la Gran Esfinge de Guiza.
¿Qué es este animal mitológico? ¿A quién representa o quién fue su modelo? ¿Cuál es su función dentro de este conjunto de edificaciones funerarias? ¿Y qué simboliza? Aquí te contamos todo lo que hay que saber sobre este monumento que ha intrigado tanto a arqueólogos, historiadores y estudiosos como a los seguidores de los mitos y las leyendas de la Antigüedad.
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La Gran Esfinge de Giza —o La Esfinge, como se le conoce coloquialmente— es una colosal estatua de piedra caliza de una esfinge, una criatura mitológica relacionada con la destrucción y la mala suerte que se representaba con rostro de mujer, cuerpo de león y alas de ave. Se encuentra en la antigua necrópolis de Guiza, Egipto, muy cerca de las famosas pirámides.
La Gran Esfinge se encuentra entre las esculturas más grandes del mundo, pues mide unos 73 metros de largo y 20 metros de alto. Tiene cuerpo de león y una cabeza humana adornada con un tocado real, propio de los faraones egipcios. La estatua fue tallada en varios bloques de piedra caliza y se han encontrado residuos de pigmento sugieren que alguna vez estuvo pintada. Según algunos cálculos de egiptólogos, 100 trabajadores utilizando martillos de piedra y cinceles de cobre habrían necesitado unos tres años para terminar tan sólo la estatua de la cabeza.
La mayoría de los eruditos fechan a la Gran Esfinge en la IV dinastía y probablemente fue construida durante el reinado del faraón Kefrén, entre los años 2575 y 2465 a.C. Se cree que estuvo dedicada a dicho momarca, pero otros creen que fue construida por su hermano mayor, Djedefre, para conmemorar a su padre, Keops, cuya pirámide de Guiza se conoce como la Gran Pirámide.
¿A quién representa?
Muchos estudiosos creen que el rostro de la Gran Esfinge representa al faraón Kefrén. Sin embargo, otros teóricos afirman que la Gran Esfinge se parece más a Keops que a Kefrén, y esa observación también llevó a la especulación de que el propio Keops construyó la estatua. Su cuerpo tiene la forma de un león con el rabo o cola recogido por el lado derecho y las garras al frente; se cree que en épocas antiguas estaba pintada en colores vivos: el cuerpo y la cara rojos, y el tocado que cubre la cabeza con rayas amarillas y azules, como las máscaras funerarias que se han hallado en el mismo lugar.
Los lugareños antiguamente la llamaban Abu el-Hol o el “Padre del terror”, una corrupción de la expresión en lengua copta bel-hit, que se aplica a quien manifiesta su inteligencia en los ojos y que traduce la denominación egipcia hu o ju, que significa «el guardián» o «vigilante». Fue identificada con el dios egipcio Horus y se le considerada una shesep-anj o “imagen viviente”, cuya función era servir como guardián o vigilante de las tumbas reales.
¿Por qué falta la nariz?
La Gran Esfinge se ha deteriorado enormemente a lo largo de los años: mientras que el cuerpo ha sufrido la mayor erosión, la cara también ha resultado dañada y su nariz ha desaparecido. Según la versión más popular, los daños fueron causados por las tropas de Napoleón, que dispararon contra el monumento con un cañón. Sin embargo, las ilustraciones anteriores a Napoleón revelan que la esfinge ya carecía de nariz a finales del siglo XVIII, cuando la expedición napoleónica a Egipto.
Otra teoría sostiene que fue Muhammad Saʾim al-Dahr, un musulmán sufí, quien mutiló la estatua en el siglo XIV para protestar contra la idolatría. Otros relatos populares sobre la destrucción de la nariz de la Gran Esfinge lo atribuyen a la obra de los mamelucos, pero desde el siglo X, algunos autores árabes la atribuyen a ataques iconoclastas.
El estadounidense Mark Lehner realizó un estudio arqueológico y llegó a la conclusión de que la nariz fue arrancada intencionadamente entre los siglos III y X d.C. El examen de la cara de la Esfinge muestra que se clavaron largas varillas en la zona de la nariz, una desde el puente y otra debajo del orificio nasal, y luego se utilizaron para arrancar la nariz hacia el sur, lo que hizo que la nariz de un metro de ancho se haya perdido.