Juventino Rosas y la historia de su vals "Sobre las olas"

El México de finales del siglo XIX sucumbió ante el encanto de los valses vieneses, pero aquí también se dieron grandes piezas y grandes músicos como éstos…

En Europa, los valses se popularizaron durante el siglo XIX, especialmente con las piezas de los músicos austriacos Johann Strauss padre y Johann Strauss II, autor del famoso “Danubio Azul”. En México, debido a la influencia que tuvo la cultura germánica debida al establecimiento del Segundo Imperio, a mediados del siglo XIX, el vals fue un ritmo bien acogido entre la sociedad y hasta la fecha se baila entre las clases populares durante la ceremonia religiosa conocida como “los XV años”. Y si hablamos de valses mexicanos, sin duda destacan dos: “Alejandra” de Enrique Mora Andrade, y “Sobre las olas” del guanajuatense Juventino Rosas. Pero, ¿cuál es la historia de esta popular melodía y quién le puso letra?

Este tema nos hace recordar la película que se llama justamente así: Sobre las olas de 1950, con el inmortal Pedro Infante encarnando a Juventino Rosas, donde se narra —en tono más de ficción que de recuento histórico— cómo este vals fue tan bueno y tan famoso en su tiempo que algunos no creían que hubiera podido ser obra de un mexicano, por lo que se le disputaba su autoría o se le acusaba de haber “copiado” un vals de Strauss; es hasta que el músico dirige de memoria su vals ante una orquesta, que se le reconoce por fin el mérito.

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José Juventino Policarpo Rosas Cadenas, nombre completo de Juventino Rosas, nació el 25 de enero de 1868 en la ciudad de Santa Cruz de Galeana, Guanajuato. Su padre, Jesús Rosas, fue músico de una banda militar, tocaba el arpa y le enseñó música a sus hijos, con quienes formó un grupo —el pequeño Juventino tocaba el violín— que se presentaba en fiestas y otros eventos. En 1875, la familia emigró a la Ciudad de México, donde el conjunto se desintegró. Juventino comenzó a tocar con los Hermanos Elvira y, después, con su padre y con su hermano Manuel —quien por desgracia poco después murió en una riña— se integró a la Orquesta de los Hermanos Aguirre.

Tras la muerte de sus padres, en 1885 Juventino ingresó al Conservatorio Nacional para estudiar violín y otros instrumentos musicales. Para 1888, Rosas ya tenía trabajo como violinista y compositor, y fue entonces que compuso el vals “Sobre las olas”, titulado anteriormente Junto al manantial. Hay varias leyendas en torno a su origen: algunas cuentan que el músico se inspiró en la figura de su enamorada —Mariana Carvajal, hermana de su amigo Fidencio— cuando ésta lavaba ropa en un arroyo; otra versión, menos romántica pero más poética, afirma que lo que inspiró a Rosas fue el vaivén del agua del río Magdalena, a cuya orilla vivió algún tiempo; otra versión, más escueta, dice que el vals le fue sugerido por el ruido del agua de una fábrica cercana a su casa.

Como haya sido, el vals oficialmente fue dedicado a la señora Calixta Gutiérrez de Alfaro, con arreglo para piano de Miguel Ríos Toledano, quien cambió el nombre a “Sobre las olas”, publicado así en 1888 por los editores Wagner y Levien, quienes pagaron al joven autor 45 pesos por este vals y por el chotis “Lazos de amor”.

Ese mismo año, 1888, compuso “Carmen”, un vals dedicado a doña Carmen Romero Rubio, esposa del presidente Porfirio Díaz, quien como agradecimiento le regaló un piano de cola, mismo que Rosas vendió para saldar deudas. Pero, sin importar cómo haya sido su origen, el vals “Sobre las olas” fue el que tuvo un éxito sin precedentes en México y en el mundo, aunque esto no reportó ningún beneficio económico al compositor pues la empresa que compró la pieza no le daba regalías, por lo que Juventino Rosas se vio obligado a desempeñarse como músico itinerante con distintas agrupaciones, con las que recorrió el norte de México y llegó hasta a los Estados Unidos.

Ahí, en la ciudad de Chicago, se unió a la Orquesta Italo-Mexicana del cubano Eduardo González, con la que inició una gira por Cuba a principios de 1894. A punto de terminar esta gira, el joven Juventino cayó enfermo de mielitis transversa y fue internado en el Hospital Nuestra Señora del Rosario, en el poblado de Batabanó, al sur de La Habana, donde murió el 9 de julio de 1894, a la tierna edad de 26 años.