Cinco escritores mexicanos del siglo XX que no te puedes perder

Hablando de literatura, te presentamos a cinco autores del siglo pasado cuya obra te encantará y te abrirá la mente hacia nuevos mundos

¿Te gusta la literatura? Si es así, y eres amante de las novelas, los cuentos y otras narrativas, te presentamos a cinco autores y autoras mexicanas del siglo XX, cuyas obras debes conocer. Y no es que sea una obligación, como si estuviéramos en la escuelita, sino que la riqueza de su lenguaje y la manera en que retratan al espíritu del mexicano y abren la mente hacia nuevas narrativas, definitivamente son algo que vale la pena no perderse.

Además de presentarte a grandes rasgos al autor, también te recomendamos sus libros más conocidas, o bien, aquellos con las que resulta más fácil iniciarse en su lectura. Y el que los libros cada día estén más caros no es pretexto, pues aún sigue habiendo bibliotecas públicas y librerías de segunda mano, donde podrás dar rienda suelta a tus ganas de leer.

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Juan Rulfo

Empezamos con un clásico de clásicos. Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno —que era su nombre completo— nació el 16 de mayo de 1917 en Apualco, Jalisco, y murió el 7 de enero de 1986 en la Ciudad de México. Además de escritor, novelista y cuentista, fue guionista cinematográfico y un impresionante fotógrafo. Los estudiosos de la literatura ubican su obra dentro del movimiento conocido como el “boom” latinoamericano de mediados del siglo XX, cuando un gran número de autores desde México a la Argentina publicaron libros con narrativas novedosas que asombraron a los lectores europeos y de otras lenguas.

La muy merecida fama de Juan Rulfo se debe, básicamente, a dos obras: El llano en llamas (1953), una colección de cuentos cortos en los que, con un uso del lenguaje que rescata el habla de la provincia mexicana de tiempos de la Revolución, aborda temas como la familia, la pobreza y la gran marginación del campo mexicano; y, desde luego, Pedro Páramo (1955), una de las mejores novelas mexicanas del siglo XX, cuyo inicio —”Vine a Comala porque me dijeron que aquí vivía mi padre, un tal Pedro Páramo“— abre la puerta a un mundo donde los vivos y los muertos parecen convivir, en un estilo de narrativa fragmentado donde el lector arma un rompecabezas para darle sentido a la obra.

Carlos Fuentes

Carlos Fuentes Macías nació en Panamá, el 11 de noviembre de 1928, y murió en la Ciudad de México el 15 de mayo de 2012. También considerado dentro del llamado “boom” de la literatura latinoamericana, además de cuentista, novelista y ensayista fue diplomático, al igual que su padre —por eso nació en Panamá—, y de igual manera fue catedrático, guionista cinematográfico y periodista. Entre sus múltiples premios estuvieron: el Rómulo Gallegos, el Premio Cervantes y el Premio Príncipe de Asturias; además, ganó diversos doctorados honoris causa de universidades prestigiosas como Harvard y Cambridge.

Entre sus obras más destacadas se encuentran: La región más transparente (1958), que es una enorme parábola literaria sobre la Ciudad de México, nombrada así por el también escritor Alfonso Reyes; Aura (1962), una novela corta —ideal para iniciarse en su obra— sobre un joven que se presenta a una casa antigua por un empleo, sin imaginar la misteriosa identidad de su empleadora; y La muerte de Artemio Cruz (1962). La obra de Fuentes gira en torno a las distintas visiones de la historia de México, desde el pasado prehispánico y la herencia española, pasando por el convulsionado siglo XIX, la Revolución y el México moderno. Además, vale la pena leer ensayos suyos, como El espejo enterrado, título que hace alusión a la búsqueda de la identidad que está sepultada bajo la tierra.

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Elena Garro

Elena Delfina Garro Navarro nació en Puebla el 11 de noviembre de 1916, y murió en la ciudad de Cuernavaca, el 22 de agosto de 1998. Además de escribir obras que refrescaron la literatura fantástica y el género conocido como “realismo mágico”, fue una espléndida dramaturga cuyas obras coqueteaban con el llamado “teatro del absurdo”. Estuvo casada con el también escritor, poeta y ensayista Octavio Paz, con quien procreó una hija.

Algunas de las obras más recomendables de Elena Garro son sus tres primeros libros: Un hogar sólido (1958), Los recuerdos del porvenir (1963) y La semana de colores (1964), que a decir de muchos críticos iniciaron el movimiento literario del “realismo mágico” junto con la obra de Rulfo. Según sus críticos, para entender su obra hay que tener apertura hacia la temática feminista y a la “desacralización de la violencia revolucionaria”, tan en boga entre los escritores nacionalistas. Muchos de sus adeptos señalan que la sombra que proyectó sobre ella su esposo, Octavio Paz, fue tan grande que en vida Elena no obtuvo el reconocimiento que merecía.

Juan José Arreola

Juan José Arreola Zúñiga nació en Zapotlán el Grande —hoy Ciudad Guzmán—, Jalisco, el 21 de septiembre de 1918, y murió en Guadalajara el 3 de diciembre de 2001. Además de escritor, Arreola fue editor y académico. Desde muy joven trabajó dentro de la industria editorial, de la impresión y el encuadernado; inició su carrera literaria dentro del teatro, y en la década de 1940 empezó a publicar sus primeros cuentos. En 1946 empezó a trabajar como traductor y corrector en el Fondo de Cultura Económica. Fue un personaje polémico, histriónico, que gustaba de las cámaras y de estar bajo el ojo del público.

Sus obras más recomendables para iniciarse en la lectura son: La Feria (1963), la única novela que escribió y está compuesta por casi 300 fragmentos que pueden leerse de forma independiente; Bestiario (1959), donde con su prosa hermosa y brillante describe a una serie de animales reales y fantásticos, y Confabulario (1952), una colección de cuentos breves que, a decir de algunos, resumen en pocas páginas todo el estilo y el universo que creó Arreola con su pluma.

Carlos Monsiváis

Carlos Monsiváis Aceves nació el 4 de mayo de 1938 la Ciudad de México, y murió el 19 de junio de 2010 en la misma ciudad. Fue periodista, escritor y ensayista, con un gran interés por la cultura popular de nuestro país, especialmente de la capital, abordando temas como las figuras del Cine de Oro, el cine de ficheras, los ídolos populares como el Santo, Pedro Infante y Juan Gabriel, y la música popular, además de interesarse en la política. Gran parte de su trabajo lo publicó en periódicos, revistas, suplementos y semanarios.

Entre sus libros destacan: Días de guardar (1971), Amor perdido (1977), Nuevo catecismo para indios remisos (1982) y Escenas de pudor y liviandad (1988). Mucha gente también lo recuerda por el gran amor que sentía por los gatos, además de ser un vocero de la diversidad sexual y la despenalización del aborto, y en contra del autoritarismo o la tauromaquia. Parte de su legado como coleccionista se encuentra en el Museo del Estanquillo, situado en la esquina de las calles de Madero e Isabel la Católica, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.