Durante el apogeo de civilizaciones mesoamericanas como los mexicas, el cacao no solo era apreciado por su delicioso sabor, sino también por su valor como moneda. Los granos de cacao se convirtieron en una forma de intercambio comúnmente aceptada en el comercio entre los pueblos prehispánicos, debido a su escasez y su alta demanda. Pero, a todo esto, ¿cuánto valían los granos y que podías comprar con ellos?
A continuación, revisaremos brevemente la historia del grano de cacao como unidad de intercambio en un sistema comercial basado en el trueque y daremos algunas equivalencias, para saber “para qué te alcanzaba” con esta deliciosa y codiciada moneda.
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Según el Gobierno de México, los primeros vestigios de la semilla del cacao en nuestro país datan del año 1900 y 1800 a.C, y fueron encontrados en Chiapas y Veracruz, respectivamente. Como el cultivo de cacao se da en la sombra y el fruto es similar a un corazón, los pueblos mesoamericanos lo asociaron con la oscuridad, el inframundo y la sangre.
Por esa razón se le dio un importante uso en rituales y, por eso mismo, su consumo se volvió exclusivo de las clases altas, los comerciantes y los guerreros. Fue tal la importancia que tenía el cacao en las culturas prehispánicas de México que sus granos secos y tostados eran ocupados como monedas, práctica que persistió hasta el siglo XVIII.
Los granos de cacao eran tan valiosos que se utilizaban para comprar bienes de lujo, como textiles finos, joyas y esclavos. Los mercados de las antiguas ciudades mesoamericanas, como Tenochtitlán, estaban repletos de comerciantes que intercambiaban productos utilizando estos pequeños granos marrones. Era una economía basada en el trueque, donde el cacao desempeñaba un papel crucial como medio de intercambio.
El valor del cacao como moneda no solo se limitaba a la economía, sino que también tenía un profundo significado cultural y religioso para los pueblos mesoamericanos. En muchas culturas, el cacao estaba asociado con los dioses y se utilizaba en ceremonias religiosas y rituales. Además, se creía que el consumo de cacao confería poderes mágicos y energía, lo que aumentaba su prestigio como moneda.
Según el INAH, el cacao podía intercambiarse por cualquier cosa, fueran productos en los mercados o como pago por trabajo. Por ejemplo: se pagaban diariamente 40 granos de cacao que a los trabajadores en los campos en 1543 y los los cargadores en Yucatán cobraban 20 granos por viaje. Aquí más equivalencias:
Un esclavo que sabía cantar y bailar: entre 2400 y 4000 granos de cacao.
Un esclavo que no sabía cantar ni bailar: entre 600 y 1000 granos de cacao.
Un guajolote: 200 granos de cacao.
Una canoa: 100 granos de cacao.
Un conejo: 30 granos de cacao.
Una calabaza: 4 granos de cacao.
Un pescado en hoja de maíz: 3 granos de cacao.
Un huevo: 3 granos de cacao.
O, al menos, eso dice Motolinía en su recuento de las cosas que vio en la Nueva España. Como puedes ver, un solo grano no era tan valioso, pero en montón podías adquirir tanto que incluso existían falsificadores de cacao que “empanizaban” otros granos para hacerlos pasar por esta semilla, ¿qué te parece?