Hay autores que consiguen hacerse de fama a base de esfuerzo y de un cierto número de libros publicados y reconocidos; hay otros, en cambio, que les basta con uno o dos títulos para asegurarse un lugar entre los inmortales de la literatura. Ese es el caso de Juan Rulfo, quien con tan sólo dos libros, El llano en llamas y Pedro Páramo, escribió su nombre con letras de oro como uno de los autores más importantes de la literatura mexicana del siglo XX.
Conozcamos a este escritor jalisciense y, también, examinemos un poco más de cerca su obra, que por su calidad e inspiración es lectura obligada para los estudiantes de educación media en todo el país.
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Los libros nos dicen que Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno nació el 16 de mayo de 1917 en el pequeño poblado jalisciense de Apulco, en una hacienda que su madre habría heredado de sus abuelos maternos. Desde muy joven conoció a un México violento y convulsionado por movimientos sociales como la Revolución Mexicana y la Guerra Cristera, pues a la edad de seis años quedó huérfano de padre —que fue asesinado— y al año siguiente también perdió a su madre, lo que causó toda clase de interrupciones en su educación básica.
El pequeño Juan inició su educación en el Colegio de las Josefinas, que estaba a cargo del sacerdote Ireneo Monroy; esta etapa resultó formativa para Rulfo, pues tuvo acceso a la biblioteca de Monroy, la cual consistía de muchísimos libros y titulos “paganos” que el religioso había decomisado entre sus feligreses y que sirvieron de inspiración para el futuro escritor. Tratando de tener una educación superior, Rulfo fue rechazado de la Universidad de Guadalajara en 1933, pues todas las dependencias universitarias habían sido clausuradas debido a una huelga.
Ya instalado en la Ciudad de México, Rulfo empezó a trabajar como archivista en la Secretaría de Gobernación y, más tarde, como agente de migración en Guadalajara, donde conoció al también escritor Juan José Arreola, con quien trabó una fructífera amistad. En un tiempo de su vida, Rulfo incluso se dedicó a vender llantas para la compañía Goodrich Euzkadi.
Entre 1944 y 1947, los primeros cuentos de Juan Rulfo empezaron a ser publicados en revistas literarias, y ya entonces empezaba a perfilar la idea de la que sería su gran novela. Finalmente, en septiembre de 1952 el Fondo de Cultura Económica publicó El llano en llamas y otros cuentos, en su colección de Letras Mexicanas.
Entre 1952 y 1954, Rulfo recibió la beca del Centro Mexicano de Escritores y gracias a ello pudo concluir su novela, Pedro Páramo, el cual entregó para su publicación al Fondo de Cultura Económica en septiembre de 1954. Unos meses después, en marzo de 1955, el título fue puesto a la venta dentro de la colección Letras Mexicanas. Además de estos dos títulos importantísimos, Rulfo también escribió una novela corta titulada El gallo de oro, la cual no sería publicada sino hasta 1980 y sobre la cual se hizo un guión cinematográfico que terminó en la pantalla grande.
La publicación de Pedro Páramo fue el acontecimiento más significativo en la carrera literaria de Juan Rulfo, y la novela obtuvo excelentes reseñas inmediatamente después de su aparición, tanto entre los literatos mexicanos como en el extranjero. La trama es sencilla: Juan Preciado decide ir a Comala, “porque le dijeron que ahí vivía su padre, un tal Pedro Páramo”; en ese misterioso pueblo, Juan habrá de conocer a una serie de personajes y vivir episodios que, a medida que avanza la lectura, hacen que uno confunda la realidad con el sueño y deje de distinguir a los vivos de quienes ya están muertos.
Además de su relevante papel como uno de los escritores mexicanos más importantes del siglo XX, Juan Rulfo también fue un excelente fotógrafo, historiador y guionista de cine. En 1976, fue elegido miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y, el 7 de enero de 1986 falleció a consecuencia del cáncer de pulmón.