La receta básica es muy sencilla: mezclar chile verde con cebolla, tomate y, claro está, aguacate. Desde luego, nos referimos al guacamole, una de las salsas mexicanas más famosas en el mundo debido a que, de unos años para acá, es una de las preferidas por el público aficionado al futbol americano, y es uno de los platillos clásicos para disfrutar del Super Bowl. Pero, ¿cuál es su origen o su historia? Y, ¿cuál es la mejor receta para prepararlo?
Echemos un vistazo al origen de esta popular salsa y tratemos de dar respuesta a estas interrogantes… si es posible, disfrutando de un taquito de guacamole, con o sin su chicharroncito seco y crujiente.
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Aunque no existen registros históricos al respecto, se cree que la historia del guacamole proviene de tiempos prehispánicos. Incluso se habla de una leyenda en la que el mismísimo dios Quetzalcóatl, o bien, el “Quetzalcóatl histórico” —es decir, Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl, que fue rey de la ciudad de Tula—, legó como regalo a la humanidad y a su pueblo, los toltecas, la receta del delicioso guacamole. De ahí habría pasado a los mexicas o aztecas, y cuando llegaron los españoles lo habrían llevado a España junto con el fruto indispensable para su preparación: el aguacate.
La palabra guacamole, eso sí, tiene raíces mexicas, pues proviene del nombre en náhuatl del aguacate o ahuacátl, que significa ‘testículo’ —por la forma que tiene el fruto— y molli o mulli, que significa ‘salsa o mezcla’ —de esta misma raíz deriva la palabra mole—, para formar ahuacamolli, que sería la voz original con la que los antiguos mexicanos se referían a esta salsa.
Al respecto del aguacate, vale la pena decir que es un fruto nativo de México. Se piensa que éste se domesticó —es decir, que empezó a sembrarse su árbol y cosecharse como fruto— desde hace 10 mil años, y que fue el pueblo olmeca el primero en consumirlo. Se dice, también, que por su forma similar a los testículos se le consideraba un alimento “sagrado”, con connotaciones eróticas, e incluso algunos sostienen que en su recolección no podían intervenir las manos femeninas.
Hablando de la receta más común, podríamos resumirla en:
- 3 aguacates grandes y maduros (de la variedad que más te guste)
- 2 jitomates grandes
- 3 chiles jalapeños (puedes cambiarlos por 5 serranos o chiles de árbol)
- Media cebolla blanca
- 1 diente de ajo
- El jugo de un limón
- Unas ramitas de cilantro
- Sal al gusto
Para prepararlo, lo mejor es usar un molcajete. Primero, pica finamente, la cebolla, los chiles, el jitomate y el cilantro. Después, se muele el ajo en el molcajete; enseguida, se pelan los aguacates y se echa la pulpa, desbaratándola un poco con las manos, y después moliéndola hasta que quede una mezcla homogénea, e inmediatamente añade el jugo del limón, para evitar que se oxide. Añade poco a poco los demás ingredientes hasta que se incorporen. Ponle sal al gusto y deja reposar un par de horas, cubierto de preferencia, para que se integren los sabores.
Son ideales para acompañar una gran cantidad de platillos —por ejemplo las carnitas de cerdo, la carne a la tampiqueña, los chapulines oaxaqueños—, para “taquear”, para remojar los totopos o trocitos de chicharrón de cerdo secos, o incluso para disfrutarse solo. Eso sí: como el aguacate tiende a oxidarse, sólo prepara la cantidad que vayas a consumir en un día, porque después incluso refrigerado puede amargarse. ¡Provecho!