Estatua de la Libertad: historia del ícono de Nueva York y de los Estados Unidos

Es uno de los símbolos más reconocibles del país vecino y una de las estatuas más famosas del mundo, ¿conoces su historia?

Su verde silueta coronada y con una antorcha es un símbolo que casi todos hemos visto en postales, fotos, películas y comerciales, lo que la convierte en una de las estatuas más famosas del mundo, en símbolo de la ciudad de Nueva York y en ícono de los Estados Unidos de América. Pero, ¿conoces la historia de la Estatua de la Libertad, quién fue su creador, desde cuándo está ahí y cuál es su significado?

Acompáñanos por este breve recorrido a Liberty Island, una pequeña isla en la bahía de Nueva York, desde donde la majestuosa estatua daba la bienvenida a los miles de migrantes que llegaban en barco a los Estados Unidos buscando refugio o con la esperanza de una nueva vida.

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Su nombre oficial es “La libertad iluminando al mundo” y se encuentra en Liberty Island, un pequeño islote de unos 60 mil metros cuadrados que, además de a la famosa efigie, alberga un museo dedicado a la Estatua de la Libertad. Se trata de una colosal estatua de cobre que fue regalada por el gobierno francés al gobierno estadounidense a finales del siglo XIX. Su creador fue el escultor francés Frederic Auguste Bartholdi y la estructura metálica fue diseñada por Gustave Eiffel, autor de la también célebre torre parisina que lleva su apellido.

La Estatua de la Libertad se elaboró en partes en Francia, y éstas fueron llevada en barco a los Estados Unidos, donde fueron ensambladas. La altura total del monumento, considerando el pedestal, es de 93 metros, y la sola estatua mide 46 metros y pesa 204 toneladas. Fue presentada oficialmente el 28 de octubre de 1886 por el presidente Grover Cleveland. El color verde que hoy la caracteriza lo fue adquiriendo el cobre con el tiempo y la exposición a la brisa húmeda de la bahía neoyorquina, como puede apreciarse en postales de la época cuando aún lucía un color parduzco.

Durante la primera parte del siglo XX, en tiempos de la Primera Guerra Mundial, la Estatua fue usada como símbolo para reclutar soldados que quisieran “defender la libertad”. Cabe mencionar que fue por esta época que la antorcha original, que era también de cobre, fue rediseñada por el artista Gutzom Borglum —quien después esculpiría los rostros monumentales del Monte Rushmore—, quien sustituyó el metal con vitrales. En 1916, se inauguró el sistema eléctrico que sirve para iluminar la Estatua durante las noches.

A mediados del siglo XX tuvieron lugar dos eventos importantes de la vida de la coronada señora: en 1956, el nombre original del islote que la alberga, Bedloe’s Island, fue cambiando por la denominación actual de Liberty Island; más tarde, en 1965, la vecina Ellis Island —sitio famoso en la historia, por ser el lugar de recepción y registro de los miles de migrantes que llegaron a Estados Unidos a finales del siglo XIX y principios del XX— fue declarada parte del Monumento Nacional de la Estatua de la Libertad.

De 1984 a 1986, la famosa Estatua tuvo que ser cerrada para realizar un mantenimiento mayor, luego de casi cien años de estar a la intemperie, expuesta al viento húmedo y a la corrosión causada por el agua salada de la bahía neoyorquina. El monumento fue cubierto de la vista del público, la estructura metálica fue reemplazada totalmente y se sustituyó la antorcha por la actual, que está recubierta con lámina de oro de 24 kilates. El presidente Ronald Reagan reinauguró la Estatua el 5 de julio de 1886, para celebrar tanto la Independencia estadounidense como el centenario del monumento.

A la fecha, la Estatua de la Libertad sigue siendo uno de los monumentos más visitados del mundo: se estima que recibe a unos 4 millones de turistas al año, los cuales pueden acceder al mirador que se ubica en la corona a través de una escalinata en forma de caracol. Desde luego, fue declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1984, y hay dos datos curiosos que agregar: uno, que existen varias réplicas a escala de ella, la más famosa en París, en el Pont de Grenelle; y dos, que su reconocible figura ha sido destruida en películas de ciencia ficción como El planeta de los simios, Día de la Independencia y Cloverfield. Ni modo: ese es el precio de la fama…