En el habla popular mexicana, existe una expresión que dice que alguien “salió con su domingo siete”. Muchas veces esta frase alude a un acto imprudente e inoportuno, pero es más frecuente que se refiera al embarazo no deseado de una joven o de una pareja. Pero uno puede preguntarse, ¿cuál es la relación de un día y una fecha en el calendario con un error garrafal, una imprudencia, un desliz o con “meter las cuatro”? ¿Cuál es el origen y la historia de esta expresión?
Todo tiene que ver, al parecer, con una antigua leyenda europea que habla de un hombre justo y uno ambicioso, cuando se encontraron con un grupo de brujas reunidas para realizar sus oscuros rituales y bailables…
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Existen dos versiones principales de esta leyenda, que según algunos proviene del norte de Europa, llegó a España y de ahí pasó a toda Latinoamérica. La primera versión habla de dos compadres que eran ambos jorobados, aunque uno era rico y el otro era pobre, pues era un humilde leñador. Una noche, éste se perdió en el bosque y, cansado de caminar, decidió subirse a un árbol para dormir ahí. Cuál fue su sorpresa cuando, desde la altura, vio una casa iluminada y alcanzó a oír risas y cantos, como si se tratara de una fiesta.
Animado por la idea de pedir posada, se acercó a la casa en cuestión pero se detuvo al darse cuenta de que se trataba de un grupo de brujas que, bailando alrededor de una fogata, cantaban una y otra vez el mismo sonsonete:
Lunes y martes,
y miércoles tres…
El hombre se quedó escondido, pero después de horas de oír la misma canción, se animó a añadir:
Jueves y viernes,
y sábado seis…
El baile y las risas cesaron. Las brujas se preguntaban quién había cantado así y completado su canción de manera tan ingeniosa. Al salir, vieron al pobre hombre jorobado y, para premiarlo, con sus malas artes le quitaron la joroba y le regalaron una olla llena de monedas de oro. El hombre finalmente regresó a su casa y su familia no pudo más de lo contento.
Desde luego, el compadre se enteró de la noticia y, ni tardo ni perezoso, acudió a preguntarle cómo le había hecho para librarse de la joroba y enriquecerse de un día para otro. El antiguo leñador le contó de la casa de las brujas y de cómo lo habían premiado por completar la canción. Al escuchar la historia, el ambicioso jorobado rico pensó que si él hacía lo mismo también recibiría monedas de oro. Así, acudió la noche siguiente al lugar que el compadre le había indicado y, oyó a las brujas cantando:
Lunes y martes,
y miércoles tres,
jueves y viernes,
y sábado seis…
Y entonces, el rico jorobado gritó:
¡…y domingo siete!
Las brujas montaron en cólera, se jalaron las mechas y furiosas empezaron a gritar:
—¿Quién es el atrevido que echó a perder nuestra canción? ¿Quién salió con ese domingo siete?
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Y es que la palabra domingo significa “el día del Señor”, de modo que decir ese día es una manera de mencionar el hombre de Dios, lo cual encolerizó a las brujas, que adoraban a Satanás. Como castigo, golpearon al hombre y le pusieron la joroba que le habían quitado a su compadre. La moraleja es que quien actúa de buena fea recibe un premio y quien lo hace por ambición termina, tarde o temprano, recibiendo su merecido.
¿Y lo del embarazo? Eso deriva de la segunda versión, donde los dos compadres jorobados son sustituidos por una joven inocente pero imprudente, que cuando “sale con su domingo siete” hace enfurecer a los duendes —que según creencias son criaturas paganas, contrarias a Dios—, quienes la castigan maldiciéndola y con un embarazo no deseado.
¿Qué te pareció la historia? ¿Conoces algún otro origen de esta expresión?…