Los nopales y otras cactáceas forman parte de la flora típica del centro y del norte de México. Su importancia dentro del cultivo y la alimentación de millones de mexicanos se ve reflejada en las múltiples menciones y representaciones que del nopal, las tunas y hasta sus espinas se hacen dentro del arte, los símbolos nacionales, los refranes y las expresiones populares de nuestro querido país.
En el Día Nacional de las Cactáceas, revisemos cinco ejemplos que dejan claro que el folclor mexicano está salpicado de ideas y expresiones “espinosas” en las que los nopales y sus frutos llevan el papel protagónico.
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El Escudo Nacional
Desde muy pequeños, aprendimos que según el mito fundacional de la antigua ciudad de México-Tenochtitlan, los mexicas —entonces aztecas, pues venían peregrinando desde la legendaria Aztlán— se establecieron donde hallaron la señal profetizada por su dios Huitzilopochtil: un tunal o un nopal, con un águila parada sobre él, atrapando y devorando a una serpiente.
Si uno se adentra más en la mitología mexica, nos enteramos de que dicho nopal no era cualquier planta: por el contrario, había nacido del corazón sacrificado de Cópil, un sobrino de Huitzilopochtil que, animado por su madre —la diosa Mallinalxóchitl, que era bruja— había intentado traicionar a su tío y fue muerto por esta causa. El belicoso dios ordenó que el corazón del traidor fuera arrojado al lago de Texcoco y la creencia es que, justamente, ese fue el tunal donde “se paró el águila” que dio origen al escudo que luce nuestra Enseña Patria.
Al nopal sólo lo van a ver…
…cuando tiene tunas, dice el refrán. ¿A qué se refiere esta drástica sentencia de la sabiduría popular? Bueno, hay que explicar primero que el nopal, por su consistencia dura y babosa, difícilmente puede comerse crudo; en cambio, la tuna, cuando está madura, es un fruto dulce y delicioso que puede arrancarse más o menos fácilmente. El simbolismo, entonces, alude a la gente ventajosa y convenenciera que sólo acude a visitar a una persona —sea amistas o familiar— si, y sólo si, puede sacar un provecho o beneficio de ello: una comida, un regalo, una ventajosa herencia, un préstamo o lo que sea. Así, todos alguna vez en la vida hemos sido “nopales” y hemos dado nuestras tunas a gente que en realidad no se las merecía, ¿a poco no?…
¿Me quieres ver la cara de nopal?
Seamos sinceros: aunque en décadas recientes este fenómeno se ha revertido en parte y poco a poco, es un hecho histórico que por décadas el mexicano ha tenido un juicio bastante pobre de sí mismo, poniendo en pedestales a los blancos europeos —a los cuales considera bellos, altos, distinguidos— y menospreciando a quienes tienen una clara ascendencia indígena. Una de las expresiones que manifiesta este pequeño acto de racismo es la de “cara de nopal”, que se refiere ni más ni menos a los rasgos de alguno de los pueblos originarios y equiparándolos con uno de los frutos más típicos y ásperos de nuestra tierra: el nopal.
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Me he de comer esa tuna…
…¡aunque me espine la mano! Así cantaba el enorme Jorge Negrete en la cinta del mismo nombre, la cual fue dirigida en 1943 por el inolvidable Miguel Zacarías. Dicha canción ranchera fue compuesta por Manuel Esperón y, en pocas palabras, habla de un hombre encandilado al punto del encaprichamiento con una mujer , a la cual comprara con el espinoso fruto del nopal: difícil de atrapar, lleno de espinas que hieren y lastiman, pero al final delicioso en el interior. De ahí la frase, que en resumen significa “No me importa que me lastime, al final esa mujer será mía”.
Nopalitos
Si bien dijimos líneas arriba que los nopales no se comen crudos, sin duda existen distintas maneras en que pueden cocinarse hasta el punto de librarlos de su consistencia babosa. Como se cortan en julianas, reciben el nombre de nopalitos y se comen como guarnición de una carne asada, en el relleno de un mixiote, encurtidos con zanahoria, cebolla y chile, acompañando a un guiso en salsa roja o verde, o con huevos revueltos; ahora que si están crudo, lo mejor es pasarlos por una parrilla. ¡Un clásico de la cocina!
Y ya ni mencionar los mil usos que le han dado al nopal estudiantes del IPN y de otras instituciones educativas, al crear no sólo alimentos sino materiales, fibras, telas, recubrimientos, tintes, jabones y suplementos alimenticios que aprovechan sus diversas propiedades nutricionales y curativas.