Corría el año de 1847 y el ejército invasor de los Estados Unidos se adentraba en el territorio nacional, debido a la llamada Intervención Estadounidense, que se originó por los deseos expansionistas del país del norte y que ya habían desembocado en la formación de la República de Texas, la cual se había separado de México. Fue entonces que, el 20 de agosto de 1847, el Ejército Mexicano hizo frente a las tropas de Estados Unidos en lo que se ha llamado Batalla del Convento de Churubusco.
Aquí te ofrecemos un breve resumen de lo acontecido en esa histórica batalla, de la cual aún sobrevive el ex Convento, con sus cañones y sus huellas de bala de cañón, aunque ahora se ha convertido en el Museo Nacional de las Intervenciones, administrado por el INAH.
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En el mes de agosto de 1847, el Convento de Churubusco se había fortificado para resistir los embates de la invasión estadounidense, y para el día de la Batalla, un total de 2 Generales, 16 Jefes y 85 Oficiales del Ejército Mexicano se encontraban en el lugar para iniciar la defensa contra las fuerzas de los EU, que eran dirigidas por el general Winfield Scott.
Las divisiones estadounidenses, con más de 600 hombres y algunas piezas de artillería, se lanzaron sobre los flancos del Convento, cayendo de lleno sobre la posición que defendía el general Pedro María Anaya. Los invasores fueron rechazados tres veces y sufrieron numerosas bajas, por lo que decidieron atacar por el frente del convento.
Después de tres horas de encarnizados enfrentamientos, al Ejército Mexicano se le agotaron las municiones, amén de que varias granadas enemigas cayeron sobre un depósito de municiones, lo cual provocó un fuerte incendio que derivó en la pérdida de la reserva de cartuchos, además de lesionar a muchos soldados e incluso al general Anaya.
Los generales Anaya y Manuel José Rincón solicitaron más municiones para continuar en la lucha, pero las que les enviaron resultaron inútiles pues eran de calibre diferente a las requeridas, de modo que los mexicanos y sus aliados, los desertores irlandeses, terminaron luchando con sus puños y con las bayonetas de sus fusiles. Al final del día, los invasores tomaron la posición e izaron la bandera de su país en uno de los muros del Convento de Churubusco.
La leyenda dice que cuando los generales estadounidenses entraron a Churubusco y apresaron a los generales, les solicitaron que depusieran las armas y que entregaran el “parque” que les quedara disponible, refiriéndose con esa palabra a las municiones, balas y cartuchos. Fue entonces cuando el general Pedro María Anaya les respondió con una frase que quedó grabada en la historia: “Si hubiera parque, usted no estaría aquí”.