Hasta hace algunos años, el puerto de Acapulco era la playa mexicana por excelencia; además, su relativa cercanía a la Ciudad de México lo convertía en el lugar ideal para que miles de “chilangos” se dieran una escapada de fin de semana. Y sin duda uno de los sitios más emblemáticos del puerto es La Quebrada, un acantilado donde desde hace décadas osados clavadistas desafían a la muerte lanzándose en una caída de 35 metros.
Recordemos juntos este sitio emblemático, que incluso ha aparecido en películas como la que protagonizó en 1963 el rey del rock, Elvis Presley, y que llevó por nombre Fun in Acapulco.
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La Quebrada es un acantilado situado en la parte “vieja” del puerto de Acapulco, Guerrero. Tiene una altura de 45 metros, y mide siete metros de ancho y sólo cuatro de profundidad cuando las olas están bajas. Este acantilado no es natural: se formó a finales del siglo XIX cuando, en un intento por dar una ventilación natural al caluroso puerto, se dinamitó parte de la montaña, que quedó quebrada y de ahí el nombre del sitio, que es famoso porque, desde la década de 1930, valerosos clavadistas acapulqueños se lanzan al vacío desde una plataforma situada a 35 metros de altura, lo que conforma uno de los espectáculos acuáticos más famosos y visitados del puerto guerrerense.
La dificultad del asunto radica en dos factores: uno, que el fondo del acantilado de La Quebrada y sus filosas rocas se encuentra a tan sólo cuatro metros; y dos, que es por esa razón que el clavadista debe calcular el momento exacto en que las olas rompen y el oleaje hace que el nivel del mar sea el más alto, pues de lo contrario se estrellaría con el fondo y moriría prácticamente en el acto.
Este espectáculo tuvo su origen en 1934, cuando el grupo de jóvenes que halló la forma de lanzarse clavados desde la roca empezó a cobrar por el show. Hoy en día, están organizados en un grupo llamado, justamente, Asociación de Clavadistas Profesionales de La Quebrada. El primero de ellos en lanzarse, según dice la Historia que se lee en su website oficial, fue un chico acapulqueño de nombre Rigoberto Apac Ríos, quien pagó cara su osadía, pues acabó dislocándose los brazos. Más tarde, otros clavadistas perfeccionarían la técnica.
Un hecho importante en la historia de La Quebrada tuvo lugar en 1954, cuando el señor Teddy Stauffer —que era el gerente del hotel El Mirador, que tiene vista a La Quebrada— llevó a los clavadistas acapulqueños a un concurso internacional de clavados de altura. Este hecho le dio proyección internacional al sitio, la cual se vio fortalecida cuando Elvis Presley filmó Fun in Acapulco en 1963, y el espectáculo de los clavados convirtió a Acapulco en un sitio de interés para turistas de todo el mundo.
Actualmente, existen cinco funciones para admirar los famosos clavados: a la 1 pm, y cada hora desde las 7 hasta las 10 pm, algunos de los cuales se realizan con antorchas para dar mayor lucimiento al espectáculo. El costo de los boletos es de 20 pesos para los niños y 50 para los adultos.