Es un árbol de tronco delgado con hojas puntiagudas y alargadas, las cuales despiden un olor agradable al ser frotadas y se dice que tienen numerosos beneficios para la salud del sistema respiratorio. Desde luego, nos referimos al eucalipto, el cual llegó a México hace ya décadas y desde entonces forma parte de nuestros bosques y del arbolado urbano que sirve para oxigenar las grandes urbes. ¿Cómo fue que llegó a México el eucalipto? Y, a todo esto, ¿cuáles son sus beneficios a la salud?
Visitemos la historia de este árbol que proviene de un continente muy alejado de México, donde es consumido por marsupiales como los koalas, y conozcamos cómo usarlo para remediar, tratar y curar algunas enfermedades comunes.
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Lo que llamamos eucalipto en realidad es una familia de árboles de la familia de las mirtáceas, de la que hay cerca de 700 variedades. El nombre científico de su género es Eucalyptus, que en griego quiere decir “bien cubierto”, refiriéndose a su semilla que está perfectamente encapsulada. Esta especie es originaria del continente de Oceanía, principalmente de Australia y Nueva Guinea, donde sirve como hábitat y alimento para numerosas especies animales.
Actualmente, está bien distribuida en muchas partes del mundo incluyendo América Latina, dándose bien en países como Colombia, Chile e incluso México. Además de su uso para extraer esencias aromáticas y medicinales, el eucalipto es de uso amplio en la industria papelera para la extracción de pulpa de celulosa, su madera se usa como combustible —produce excelente carbón—, para obtener ciertos químicos y tiene también importantes funciones como planta de ornato.
Según el Instituto de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias de México, el eucalipto se introdujo al país a principios del siglo XX, aunque los ensayos controlados de adaptación se iniciaron hasta 1950; el ensayo más amplio de introducción de especies data del año 1967, donde se evaluaron en varias regiones más de 20 especies. Por su parte, la UNAM dice que fue en el último tercio del siglo XX que los médicos impulsaron la aclimatación del eucalipto en el valle de México con el fin de “sanear” el aire de la ciudad y reducir los casos de malaria.
Además de su función como purificador y filtrador del aire y de las aguas, los médicos exaltaban que el eucalipto tenía además un efecto directo sobre el organismo como medicamento: en los hospitales de la beneficencia pública, la esencia de eucalipto —o eucalyptol— se usaba para sanar bronquitis, laringitis, catarros, tisis de marcha lenta, pulmonías crónicas y gangrenas pulmonares. Actualmente existen numerosos productos —pomadas, ungüentos, caramelos e infusiones— que aprovechan el aroma y las propiedades del eucalipto para aliviar diversos malestares respiratorios.
La tradición dice que, para remediar afecciones como la gripa, la tos, la bronquitis o la ronquera, se ingiere una infusión resultante de la cocción de las hojas secas, o bien, hay que inhalar los vapores del cocimiento antes de ir a dormir; de igual forma, para bajar la inflamación de garganta hay que hacer gárgaras con dicha cocción, a la que se le puede añadir un poco de miel de abeja. En casos de tos crónica, las hojas de eucalipto se preparan junto con flores de bugambilia, gordolobo y canela, y se toma caliente como agua de uso. También se pueden remojar las hojas en alcohol y aplicarse en la frente, o colocar las ramas frescas abajo de la cama para que el aroma ayude a descongestionar la nariz.